Sobrepuerto
Publicación sencilla pero repleta de interés en todas sus páginas |
Este libro nos situa en otra de esas comarcas altoaragonesas con solera
propia y con una identidad bien marcada, Sobrepuerto. Identidad que
como la de otras comarcas de nuestra provincia, puede leerse e
interpretarse en gran medida a través de sus piedras. Recorrer las
calles jalonadas de casas vacías y caídas a ambos lados, o semiocultas
por el vigor de gabarderas o sabuqueros, es la mejor forma de
experimentar la naturaleza del silencio a la que alude el autor en el
subtítulo de este libro. Ese silencio que en muchos casos resulta
sobrecogedor incluso para los que con cierta frecuencia recorremos
alguno de estos pueblos. El contenido de sus paginas denota algo más que
interés por la despoblación de esta comarca asentada por encima del
Puerto, más allá del mismo. Destila como su autor ha vivido en primera
persona gran parte de ese proceso, tan desgarrador como vital para él.
Sobrepuerto es un área del Altoaragón a la que me siento muy ligado por
diferentes razones. Por eso cuando lo leí por primera vez o cuando lo
releí nuevamente años más tarde, ambas ocasiones tuve la clara sensación
de entender mejor que otros lectores la intención de su autor. Creo que
fui capaz, al menos eso me parece a mi, de leer entre líneas y de
ponerme en el pellejo de su autor. Eso me produjo una sensación que
afortunadamente no siempre consigo sentir. Será porque habla y describe
lugares que he visitado muchas veces, será que he escuchado muchas
historias con estos pueblos y escenarios como protagonistas, será que
los vericuetos y las interacciones de la mente son más retorcidos que el
camino de Escartín tal cual se refiere a él José María.
Pastores del Pirineo
Impactante y evocadora portada que te invita a meterte de lleno en un mundo tan duro como sacrificado |
Hablar
de cultura y tradición perinenca sin hacer referencia al mundo pastoril
sería un gran error. Omitir a este colectivo y todas las implicaciones
existentes alrededor del mismo, impediría comprender y entender
importantes realidades de estas montañas altoaragonesas. Estamos ante un
colectivo que ha sufrido como pocos la evolución de la sociedad
pirenaica y que ahora mismo simplemente pelea por su supervivencia.
Pero para conocer en profundidad cómo fue el pastoreo de antaño qué
mejor forma de hacerlo que de la mano de uno de los autores más
reconocidos dentro de la temática perinenca. Severino Pallaruelo nos
sorprendió hace ya bastantes años con este libro que, dicho sea de paso,
se alzó con el Premio Nacional de Investigación sobre Artes y Tradiciones Populares Marqués de Lozoya
de 1988, convocado por el Ministerio de Cultura. Apoyado en una
estupenda selección fotográfica del Archivo Compairé, así como otras del
propio autor, la páginas de este libro desgranan todo un mundo donde
nunca nada se dejaba a la suerte de la improvisación. Desde las
diferentes categorías existente dentro de este oficio a las obligaciones
y cometidos en función de la fecha del calendario, todo ha tenido
siempre una razón de ser. La intensidad y claridad de sus textos son el
colofón perfecto al material fotográfico referido. El contenido de este
trabajo, tanto texto como fotos, conforman una memoria en papel de
incalculable valor etnográfico que cada cierto tiempo recomiendo
repasar.
La Lluvia Amarilla
Detrás de esta portada se esconden grandes dosis de cruda realidad |
Qué se puede decir respecto a esta novela que no se haya contado ya. Lo
cierto es que desde su aparición, esta novela ha sido traducida a más
de una veintena de idiomas y ya ni sé el número de ediciones que se han
realizado de la misma. Hasta se ha realizado una obra de teatro basada
en la misma. Incluso un documental, cuyo dvd se incluye en la edición
conmemorativa del veinticinco aniversario de su aparición en el mercado.
Si quieres saber más...; también:
Son ya una legión incontable las personas que han querido conocer de
primera mano el pueblo donde está ambientada esta novela, Ainielle.
Muchos hasta se han llevado en la mochila un ejemplar de esta novela
para leer algunas de sus páginas in situ y experimentar las
sensaciones que les produce. No faltan tampoco casos de personas que
hasta lo han visitado más de una vez. En cualquier caso, es muy raro el
fin de semana o puente durante cualquier época del año en el que no
llegen visitantes hasta Oliván con el claro propósito de conocer este
pueblo siguiendo el camino que sale del mismo.
Como ya se ha escrito tanto sobre ella, yo sólo contaré algo sobre las sensaciones que a mi me produjo. Es una novela dura, casi me atrevería a decir incluso que extremadamente dura. Me lo pareció la primera vez que la leí y esa sensación se repitió cuando la leí nuevamente. No sé si será por que conozco el escenario y su entorno, por la magistral forma en que está escrita o por la crudeza de las situaciones que se describen, pero lo cierto es que es una dureza que engancha. Felicidades Julio...
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