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sábado, 5 de julio de 2014

Media vida de resina y pinarra



          En mi anterior post dentro de esta sección hablé de Miguel, un hombre que dedicó toda su vida a trabajar en la serrería de Ansó. En esta nueva entrada hablaré de otro hombre que también se dedicó al mundo forestal. Su perfil guarda elementos en común con el de Miguel, si bien hay otros muchos que poco o nada tienen que ver con aquél. Su nombre era Victorián Castillón Ceresuela, oriundo de Casa Sebastián de Laspuña, a orillas del río Cinca. Y hablo en pasado, porque al contrario de Miguel, Victorián hace ya unos cuantos años que nos dejó. Murió en 1987 en Barbastro aunque sus restos reposan en Laspuña, el lugar que lo vió nacer 92 años atrás. Cabe recordar aquí también, aunque sea de una manera sucinta, la gran tradición forestal de este pueblo sobrarbense. De él han salido magníficos ferreros que elaboraban robustas y reputadas hachas imprescindibles para la tala de árboles, feroces navateros que durante siglos guiaron sus navatas por aguas bravas hasta tierras tortosinas ya en el mediterráneo y picadores con una fuerza y una voluntad tan dura como el coral (1) de los pinos que tiraban. Buena culpa de todo este bagaje forestal se debe a los excelentes bosques que han crecido en parajes como la Selva Fornos, la de Cros o los pinares de Napinals entre otros. No obstante, la frondosidad de estos bosques fue bien conocida igualmente por el oso quien también los recorrió hasta principios del siglo XX.
Picadores de Laspuña en plena faena hacia 1944. Foto: Laspuña Nabatiando

         Localizé la reseña de Victorián casi por casualidad. Fue ojeando el blog de otro vecino de este pueblo denominado Laspuña Nabatiando donde supe de su pasada existencia. Me llamó tanto la atención que casi a continuación de leerlo supe que en algún momento habría de escribir sobre él en mi blog. Gracias a las facilidades dadas por Joaquín Betato, el responsable del blog mencionado, hoy contaré algo sobre un hombre que puede representar a la perfección un oficio siempre ligado al monte en general y al bosque en particular. Se trata de un empleo tan duro como sacrificado para el que hay que estar hecho, y nunca mejor dicho, de una madera especial. Me estoy refiriendo al oficio conocido como tirador de madera (2). Toda la información que expondré en este post procede de una entrevista que Miguel Lacoma Mairal, periodista de El Noticiero Universal, realizó a este hombre. La misma apareció en un ejemplar de este periódico publicado nada menos que un miércoles 1 de enero de 1969. Así pues estamos ante uno de esos típicos casos en los que, gracias a la labor de rescate realizada en este caso por Joaquín Betato, podemos recordar datos e información que de otra manera seguramente hubieran pasado a formar parte de la memoria perdida. 

Montaje con el encabezado del artículo sobre Victorián Castillón. Foto: Laspuña Nabatiando

          Leyendo el contenido de aquél artículo uno puede hacerse una ligera idea de lo que era dedicarse a aquél oficio. Da toda una serie de datos que a todo aquél que conozca algo el ámbito forestal, enseguida quedará sorprendido. Victorián se dedicó a tirar madera nada menos que 45 años. Es decir, más de media vida con las ropas y las manos impregnadas de resina y pinarra. Según relataba él mismo, fue mucho el tiempo dedicado a un trabajo muy duro en jornadas de nada menos que doce horas. Además, solamente guardaban un día fiesta a la semana que era los domingos. Por si a alguien no le parece suficiente sacrificio, resulta además que a Victorián y sus compañeros de cuadrilla, les tocaba vivir largas temporadas en el mismo monte donde cortaban la madera. Eran periodos de tiempo que podían prolongarse hasta los nueve meses sin pisar su casa ni ver a sus seres queridos. El propio Victorián reconocía al mismo tiempo que los casados "...se las arreglaban para hacer visitas más frecuentes". Debemos recordar aquí que durante los años cuarenta y cincuenta había muy pocos medios de transporte a motor y aún menos pistas forestales para comunicar los bosques donde trabajaban. Buena muestra de la dureza de este trabajo es que nuestro hombre llegó a manifestar al periodista que no querría que ninguno de sus seis hijos se dedicara a este mismo oficio. A pesar de que conseguía en sus buenos tiempos un jornal diario nada desdeñable de 600 pesetas, Victorián tenía muy claro que sus hijos habían de dedicarse a otros menesteres pues según él "... un padre siempre desea lo mejor para sus hijos, y nunca trabajos tan duros, de tanta dureza".

    
Artículo completo de El Noticiero Universal 
Foto: Laspuña Nabatiando
    Cada vez que Victorián conseguía abatir un árbol a golpe de hacha y según sus palabras, sentía una gran satisfacción pues sólo pensaba en el beneficio que su tala le reportaría. Este era un oficio en el que primaban tanto la fuerza como la habilidad y donda la una sin la otra de poco o nada servían. La fuerza era necesaria para manejar tanto el hacha como el tronzador manual. La maña era primordial para saber direccionar correctamente la caída del árbol pues un árbol enganchado o colgado de otro próximo suponía un esfuerzo añadido que casi nunca compensaba. A pesar de lo dicho, el manejo de estas herramientas tampoco estaba exento de algún percance, lo mismo que la caída de los árboles.


          Quizás la mejor forma de concluir este post se aportando una serie de datos que resultarán más que significativos. Victorián cuenta, a instancias del periodista, que cada año de los 45 antes referidos venía a trabajar unos seis meses anuales. Durante cada día de ese periodo conseguía abatir unos veinticinco pinos diarios. Esto supone que nuestro hombre consiguió abatir durante ese tiempo más de doscientos mil árboles. Además, Victorián calcula que cada uno de esos árboles podía cubicar una media de entre 3,5 y 4 m³. Ahí es nada el trabajo realizado por este hombre. No en vano, el periodista de la entrevista lo calificó como "el azote del bosque" y no la faltaba nada de razón a la vista de estos datos. 

          Sirva este post también como mi pequeño homenaje a un duro oficio, más aún si cabe, teniendo en cuenta las condiciones y las herramientas que se empleaban en aquellos años. Cabe señalar igualmente que a pesar del tiempo transcurrido desde que Victorián estaba en activo, en la actualidad los picadores siguen siendo hombres rudos y duros. Los he conocido de procedencias muy dispares, andaluces, gallegos, portugueses, búlgaros y hasta ecuatorianos entre otros. Todos ellos han tenido en común ser gentes que se han adaptado a vivir de forma muy austera en el monte, en cabañas muy rústicas cuando no arcáicas, muchas veces medio mezclados con los machos que usaban para desemboscar la madera que cortaban. En definitiva y como ya dije anteriormente al referirme a Victorián, hombres hechos de una madera especial, aptos para un oficio que nos es vetado a la mayoría del resto de mortales por nuestra incapacidad y nula adaptación a esas condiciones.




PD: Mi agradecimiento personal a Joaquín Betato por todas las facilidades proporcionadas
        para poder elaborar el presente post.

(1): Coral: Corazón del tronco que además de presentar una coloración diferente al resto
       de tronco, su madera posee mayor dureza.
(2): Tirador de madera: Persona que se dedican a talar árboles en el bosque.

4 comentarios:

  1. Otro de lps oficios que recuerdo era el de Pezero o Preguntero, consistia en sacar la pez del coral de los pinos y utilizarla para marcar las ovejas entre otros quehaceres.
    Mariano de Laspuña

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    1. Hola Mariano:
      En primer lugar darte las gracias por visitar mi blog. A continuación agradecerte también tu aportación sobre el nuevo oficio. Lo cierto es que Laspuña ye un pueblo que a poco que rascas salen historias e información por todos lados y muy interesante.
      A plantar fuerte zagal
      Carlos

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  2. Soy Daniel Castillon y te agradezco de corazón en mi nombre y mis hermanos, el gran articulo que has escrito de sobre mi padre Victorian, junto con mi amigo Betato. No creo conocerte personalmente, pero seguiré visitando tu blog porque me parece muy interesante.

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    1. Hola Daniel:
      Muchas gracias por tu comentario. Debo decirte que tu comentario me llena de satisfacción y que sólo por esto ya me ha merecido la pena su redacción. Tanto tú como tus hermanos seréis siempre bienvenidos a este modesto blog.
      A plantar fuerte...
      Carlos

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