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domingo, 20 de diciembre de 2015
miércoles, 16 de diciembre de 2015
Aurelio Azón Sampietro
Aprovechando la coyuntura que me ofrecen
las últimas entradas de la sección de Memoria
Forestal, he creído oportuno dar continuidad al tema pero ahora desde esta
otra sección de Memoria de Piel. Los dos últimas entradas de la Memoria Forestal estuvieron dedicadas a La Emigración Forestal y a La Compra de Pueblos y sus Montes por parte
del Patrimonio Forestal del Estado. Así pues, el presente post mantiene una estrecha relación con
lo contado en los post antes referidos y servirá para poner rostro y nombre a
uno de los muchísimos afectados de aquellos años.
Visita familiar a Casa Franco de Ainielle a finales de los años 80 del siglo pasado. Foto: Cristina Azón |
Aurelio Azón durante la entrevista que le realicé en su casa de Ontinar del Salz. Foto: Archivo Cartagra |
Hasta ese pueblo de colonización
habían emigrado casi de forma simultánea hasta cuatro casas diferentes de
Ainielle. Según Aurelio por esas fechas trabajaba en la dependencias del
Instituto Nacional de Colonización -INC- una mujer cuyos padres descendían de Casa Juan de Ainielle. Fue precisamente
esa mujer la que comunicó a algún vecino de Ainielle la posibilidad de
conseguir una plaza de colono en alguno de los nuevos pueblos construidos por
ese organismo oficial. Aunque alguien pueda pensar que aquellas familias
tuvieron mucha suerte, la realidad se encargó de mostrar lo contrario. La
dureza de los primeros años como colono en aquellas tierras incultas quedó
puesto de manifiesto por las malas cosechas obtenidas. La alta salinidad de las
mismas o las inacabadas obras de la red de acequias de riego tuvieron mucho que
ver en la marcha de hasta dos de esas familias llegadas desde Ainielle.
Decidieron probar suerte en otro lado y así fue como una marchó a Monzón y otra
a Sabiñánigo, donde la pujanza industrial de ambos núcleos ofrecían abundantes
posibilidades de empleo en esas fechas.
Finalmente Aurelio se asentó también en Ontinar de Salz donde ayudó a cultivar las tierras de su hermano Emilio. En 1955 el Instituto Nacional de Colonización sacó a subasta la concesión del bar de este pueblo a la que se presentó. En ella apostó la mayor parte de sus ahorros y tuvo la suerte de que se la adjudicaron a él. Trabajó duro y con los beneficios del bar en 1959 consiguió obtener la propiedad de ese local. Fue entonces cuando aprovechó para construir en la planta superior del bar una vivienda que es donde reside actualmente. En 1960 se casó con su esposa Adoración, natural de Barbenuta (Huesca) con la que tuvo tres hijos. Entre los dos sacaron adelante un negocio al que, seguramente llevados por la añoranza de sus montañas de orígen, acabaron llamando Bar Pirineos. Trabajo y buen hacer no les faltó pues en 1980 Aurelio compró un terreno en Ontinar donde construyó una granja y comenzó a criar sus propios corderos. De esa forma pudo ofrecer carne de calidad en su bar transformado en 1991 ya en restaurante al que dotó de un hogar donde preparaban a la brasa todo tipo de carnes. Y en 1993 hasta compró un lote de tierras en el vecino núcleo de El Temple que actualmente tiene arrendado.
Aurelio y Adoración detrás de la barra del Bar Pirineos de Ontinar del Salz. Foto: Cristina Azón |
Aurelio tiene ahora 86 años y a
pesar de los achaques y la dura vida que ha llevado, no tiene ningún reparo en
recordar cuanto acaeció en su intensa vida. Cuenta satisfecho y orgulloso como
además de trabajar sin parar, consiguió salir adelante y criar a sus tres
hijos. Su memoria ya casi ha olvidado Ainielle a donde hace ya más de veinte
años que no regresa. Me cuenta que su hermano mayor cobró 75.000 Pts por la
venta de sus propiedades al Patrimonio Forestal del Estado. Al ser preguntado
por el episodio de la marcha de Ainielle, Aurelio responde con indiferencia y
algo de resignación. Casi diría que se guarda alguna impresión de ese momento
para él. Pero para qué insistir y destapar sensaciones que ya casi tenía
olvidadas por completo...
PD: Mi agradecimiento tanto a Aurelio Azón como a su hija Cristina por todas las facilidades
prestadas.