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sábado, 26 de noviembre de 2016

Larry, el vaquero de Ansó



           No, no se trata del vaquero tradicional de las montañas pirenaicas que todos los que en ellas vivimos conocemos. Durante unos años de su vida, José Mendiara Barcos de Casa Lobo de Ansó fue un vaquero de esos del lejano Oeste americano. De hecho, su apodo ya rezuma esencia a botas camperas y espuelas, a caballo y revólver. Su afición a leer novelas de vaqueros desde bien joven le llevó a hacerse llamar igual que su personaje favorito y así se le conoció siempre. Pocos en su Ansó natal le debían llamar por su nombre. Larry nació en Ansó allá por 1939 donde pasó su infancia y juventud pastoreando el rebaño de ovejas que tenían en su casa. Hizo el servicio militar en Jaca (Huesca) y tras concluirlo decidió que era el momento de dar el salto. Escribió a su tío quien ya vivía en San Francisco (California) y le hizo saber que quería marchar a trabajar a ese país como borreguero. 
 
Larry hacia 2008 durante uno de los encuentros que tuvimos en Ansó. Foto: Archivo Cartagra

          Así fue como Larry acabó siendo contratado por un borreguero originario del Bearm francés llamado Eugene Chaumet, quien tenía un rancho con borregas en Palo Alto (California). Voló al país americano acompañado de su primo Juan José Gastón de Casa Burro de Ansó. No habían subido nunca a un avión y aquél vuelo transoceánico les impresionó más que lo que ellos mismos pensaron. En ese rancho compartió trabajo con un vizcaíno y dos navarros y entre los cuatro debían atender un rebaño de unas 3.000 ovejas. Aquella primavera la pasó con un rebaño de unas 400 cabezas alojado en un austero carrocampo (caravana rudimentaria) y alimentándose con lo que semanalmente le proporcionaba su campero.

Larry pastoreando su rebaño en 1962 en Patterson (California). Foto: Archivo Cartagra
          Al regreso al rancho a Larry le encomendaron el riego de unos campos de algodón mediante un sistema de tuberías y aspersores desconocido por él al que no le costó adaptarse. También le tocó participar en su recolección y en su prensado dentro de grandes sacas. Pero él prefería el monte por lo que su patrón le encomendó hacer de campero y conducir con un troke (camión) donde llevaba una gran cisterna de agua. Recorrió amplias zonas de California repartiendo agua para las borregas de su patrón y comida a los borregueros. Y lo hizo a pesar de no tener licencia de conducir estatal pues para conseguirla debía superar un exámen en inglés y él no quiso presentarse. Pero por discrepancias económicas con su patrón, Larry acabó dejándolo y marchó a otro rancho nada menos que en Eureka (Nevada) donde las condiciones del pastoreo fueron diferentes debido a la crudeza de su invierno. Fue aquí donde al intentar sacar una oveja que había caído en una acequia cuando se produjo una lesión en la espalda. Allí comenzaron todos los problemas de salud para él pues a pesar de varias operaciones, su hernia discal acabó limitando su capacidad. Inició un complicado litigio contra su compañía aseguradora y su patrón que implicó la celebración de hasta cinco juicios. Al final en 1966 cansado de aquella situación y tras más de ochos años en ese país, Larry decidió regresar a España.


José Mendiara emulando a su personaje favorito, Larry. Sería tan 
rápido como él manejando los revólveres? Foto: Archivo Cartagra 
          Pero aquél periodo que pasó en tierras americanas le dejó una huella imborrable y su pensamiento lo recordaba de forma continuada. Fueron muchas las rondas por los bares de Ansó en las que Larry relató y repitió infinidad de anécdotas que sus paisanos escuchaban con atención. Pero lo hacía como solamente él sabía hacerlo. Su particular personalidad hacía posible que muchos días saliera de casa tocado con su sombrero vaquero y con sus botas camperas, traídos de California. Esos buenos recuerdos pudieron siempre con su mala experiencia pues él era un hombre optimista. En 2004 viajó hasta allá nuevamente para recordar esos viejos tiempos aunque esta vez lo hizo acompañado. Allí, según me contó en su día, mostró orgulloso a su sobrina alguno de los ranchos donde estuvo trabajando. También le presentó a viejos amigos suyos como los hermanos Joaquín y Francisco Mendiara o Ángel Gómez, todos ellos de Ansó.


          Larry regresó plenamente satisfecho y cargado de energía de aquél viaje aun a pesar de que él sabía muy bien que sería la última vez que recorrería el Oeste americano. Por eso mismo quiso hacerlo mostrándole personalmente a su sobrina lo que tantas veces le había contado de palabra en las largas veladas del invierno ansotano. Pero lamentablemente, el destino quiso este hombre nos dejara antes de hora. Lo hizo sobre la mesa de un quirófano cuando intentaban paliarle las secuelas de aquella lesión que un mal día se produjo trabajando de borreguero. Seguro que él hubiera querido un final más movido y acorde al estilo de las novelas de vaqueros que leía de joven.



PD: Tuve la suerte de poder charlar con Larry unas cuantas veces. A veces a solas con él. Otras en compañía de algún otro borreguero de Ansó. Sirva este post como mi pequeño homenaje para un hombre que siempre se mostró dispuesto a mitigar mi curiosidad.

5 comentarios:

  1. GRACIAS por este articulo, nos ha emocionado. Mi tio era simplememte especial

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    1. Hola Sara:
      Muchas gracias Sara por visitar mi blog. Debo decrite que a mi tu tío también me pareció siempre una persona especial y eso que lo traté poco. Pero a pesar de lo dicho, quiero que sepas que preparando este texto y revisando sus fotos, yo también me he emocionado. Un fuerte abrazo Sara.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Verónica Malatesta Rodríguez27 de noviembre de 2016, 18:17

    Merecido homenaje a una magnífica y entrañable persona...gracias!!!!

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    1. Hola Verónica
      Muchas gracis por pasarte por el blog y por dejar tu opinión. Lo cierto es que tanto Larry como el resto de borregueros salidos de Ansó hace días que debían haber sido homenajeados públicamente por su valor y decisión, por su capacidad de adaptación, por... Y no será porque no lo he sugerido siempre que he podido. Pero ya ves, seguimos dando la espalda a nuestra propia historia.
      Carlos Tarazona

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