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viernes, 7 de abril de 2017

Una excursión a los Baños de Panticosa en el siglo XIX (Parte II)

           Este post es la continuación de otro mostrado en fechas pasadas dentro de este mismo blog el cual puedes consultar pinchando aqui. Esta es la segunda y última parte del texto original traducido:

           Son las cinco más o menos y sin embargo no hemos terminado el viaje. Una hora y media de marcha nos separa todavía del Balneario de Panticosa y necesitamos reponer fuerzas y coraje para atravesar este último paso. Casi en la salida del pueblo entramos en un barranco estrecho que conduce al establecimiento termal y que se llama El Escalr (en francés l'escalier) y nunca hubo un nombre mejor dado. La ruta se arrima a los flancos del roquedo y sobrevuela por momentos el torrente que desciende del lago de Panticosa y que baja ruidos del precipicio. Nos elevamos más andando por esta cornisa que al cerrarse apenas deja paso para un caballo, el barranco se cierra más, su aspecto deviene salvaje y la vegetación rara y pobre. O se ve a nuestro alrededor más que el roquedo.

          Al fin a las seis y media llegamos al final de esta larga ascensión. De pronto bruscamente el camino gira y delante del viajero, maravillado, sorprendido, se abre una especie de circo formado por montañas de rocas casi completamente desnudas de un efecto de lo más pintoresco y salvage. Hemos llegado. A la derecha se elevan algunos edificios agrupados, aquí y allá, es el establecimiento termal de Panticosa. A la izquierda se extiende un pequeño lago azul que baña el pie de los edificios. El conjunto está encerrado por un perímetro que tiene alrededor de un kilometro de diámetro.
Grabado que muestra el aspecto que tenía el Balneario de Panticosa en la segunda mitad del siglo XIX
          Bajando del caballo el primer cuidado de los viajeros, fatigados por una jornada de trece horas y hambrientos, es ir al alojamiento y cenar. Hay que decir que en Panticosa la elección no es larga ni difícil, no hay hotel propiamente dicho. Es el arrendador de las aguas el que aloja a los viajeros en un vasto edificio dependiente del balneario. En cuanto a la mesa, está servida por un buen maitre de hotel francés que paga su parte al arrendador. Se ve que este reina como un déspota en Panticosa pero para ser justo hay que reconocer que los viajeros sin embargo estás muy bien tratados. Nos ocupamos pues del alojamiento, pedimos la cena, después como hay poco tiempo antes de sentarnos en la mesa, es bueno hacer una visita al balneario.

          Las fuentes, tres, han sido concedidas a perpetuidad por el gobierno español a un arrendador llamada D. Nicolás Gallar que tiene como cargo pagar una renta anual de 60.000 reales (unos 15.000 francos) a la comuna propietaria de las fuentes y de levantar a sus expensas un establecimiento termal y alojamientos para los bañistas. Cada una de las fuentes tiene propiedades distintas: una que tiene muchos principios sulfurosos es particularmente empleada para las enfermedades de la piel y el pecho; otra es buena para el tratamiento de enfermedades del estómago y otra para tratamientos de enfermedades del bazo y el hígado.

          El establecimiento propiamente dicho se compone de un edificio principal en el que se bebe y se toman los baños y de otro más modesto en el cual también hay baños; la tercera fuente solamente esta protegida por una especie de pabellón que lleva inscrito en español: Templete de la Salud.

          En cuanto a los edificios destinados al alojamiento de los bañistas y de los extranjeros son tres con cuadras para los caballos y los mulos pero sin garage para los carruajes. Teniendo en cuenta que no se puede llegar a Panticosa más que a caballo, mula o en caja de porteadores.

          En 1849 el establecimiento al cual está destinado un médico nombrado por el gobierno español y que tiene por nombre Joseph Herrera y Ruiz ha sido visitado durante la estación de las aguas, que se prolongó como en Bonnes del 15 de junio al 15 de septiembre por unos 300 bañistas venidos casi todos de la España interior; pero desde el 10 de septiembre las nieves habían echado a la mayoría. El país en efecto si presenta al turista algún interés como sitio, ofrece pocos atractivos a aquellos que la enfermedad obliga a permanecer allí. Hay ausencia casi total de distracciones y nada allí recuerda a nuestros establecimientos termales de los Pirineos donde se encuentra entretenimientos y placeres de toda suerte.

         Allí por ejemplo encontramos el traje español más puro y pintoresco. Llaman la atención los hombres paseando seriamente vestidos con sus grandes capas. Vemos también mujeres vestidas de largos trajes sin talla en forma de albornoz con un gran cuello almidonado a la Médicis (a la italiana) que tienen el aspecto de figuras antiguas de tres siglos. En una hora termina la visita al establecimiento. Es todo lo que hay que ver en Panticosa. A las ocho cenamos y nos acostamos.

          Al día siguiente por la mañana toca la vuelta y se plantea la gran pregunta. ¿Volveremos a Bonnes por el camino seguido la víspera? La ruta es muy bella sin duda para poder rehacerla sin problema. ¿O bien para volver la excursión más completa nos dirigiremos de Panticosa a Cauterets y de Cauterets volveremos a Bonnes por el Collado de la Torte?. Esta última parte es la que toman la mayoría de los viajeros.

          Para ello es necesario salir lo más tarde a las ocho de la mañana a fin de ganar en la jornada de Cauterets por Mercadau. La ruta de Panticosa a Cauterets y la de Cauterets a Bonnes por la montaña, siendo bien conocidas y por otra parte, por no extendernos más, vamos solamente a indicar los puntos principales y las distancias a recorrer.

          Empleamos una jornada para ir de Panticosa a Cauterets. La travesía de Mercadau que necesita unas cuatro horas es muy interesante pero muy difícil. Más de una vez nos vemos obligados a echar pie a tierra y a confiar los caballos de las bravas gentes que hemos debido contratar para esta ocasión en Panticosa y que tienen suficiente habilidad y costumbre de hacer flanquear a estos animales por pasos en apariencia infranqueables.

Vista de Sallent de Gállego en primer plano y al fondo la Peña Foratata
          Al cabo de unas dos horas llegamos al Pont d'Espagne, y allí frente a este sublime cuadro, al pie de estas cascadas saltadoras, haremos una deliciosa parada. Retomamos la ruta a las tres y a las seis y media llegamos a Cauterets. Vamos al Hotel de France donde estamos seguros de encontrar un buen sitio para olvidar todas estas fatigas y una mesa excelente. Por la tarde tenemos tiempo de hacernos una idea de Cauterets y en rigor podemos partir al día siguiente hacia Bonnes, pero como la jornada ha sido ruda y que desde hace dos días andamos, lo mejor es quedarnos un día en Cauterets para visitarlo más cómodamente y al mismo tiempo para descansarnos.

          El cuarto día a las cinco de la mañana montamos a caballo para llegar a Bonnes por el Collado de Torte y por la tarde llegamos después de trece horas de marcha bien empleadas y después de haber atravesado Pierrefitte, Argelez y su delicioso valle, los pueblos de Arrens y de Arbesot y al final el Collado de Torte, Esta barrera natural elevada a tres mil pies por encima de Eaux Bonnes.

          Las trece horas se reparten asi: de Cauterets a Argelez, dos horas; de Argelez a Arrens, 3 horas; de Arrens a Arbesot, 2 horas; de allí al Collado de Torte, 3 horas; y al fín, del Collado de Torte a Eaux Bonnes, 3 horas.

          ¿Esta árida relación no debe dar más que una tenue idea de la encantadora excursión que hemos intentado describir pero al menos puede ofrecer a los amantes alguas reseñas útiles?. El objetivo del que esto escribe será bien cumplido se ha podido despertar en el espíritu de algún viajero el deseo de ver estos magníficos rincones que no se dejan sin pena una vez que han sido vistos. Y además es seguro que este si se lleva de su paseo algunas fatigas, las olvidará rápido pensando que se lleva también de bien grandes y bien perdurables recuerdos.




Fuentes y documentación:

La fidelidad de la traducción respecto al texto original  no hubiera sido posible sin la implicación total de Rafaél Vidaller quien en gran medida es el responsable del resultado final. Mil grazias Rafelón.


2 comentarios:

  1. Muy curiosa e interesante esta "excursión" de ida y vuelta por los Pirineos.Queda muy bien reflejada las sensaciones que les provocaban las visitas a nuestros pueblos y sus costumbres. En termalismo ya debían estar bastante más adelantados que nosotros.Y actualmente, sus lugares termales siguen teniendo una gran actividad y mucho ambiente. Gracias Carlos, de nuevo,por darnos a conocer las actividades de estos "montañeros" de hace dos siglos. Un abrazo.

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    1. Muchas gracias a ti María José por tus "excursiones" por mi blog. Es todo un placer para mi contar contigo.
      A plantar fuerte zagala

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