La
Guerra Civil española estaba en su segundo año de contienda y los movimientos
en las posiciones de ambos bandos eran continuos. Por eso tanto el ejército
republicano como el nacional hacían todo lo posible para consolidar sus
posiciones de la forma más efectiva. Un buen día de finales de otoño de 1937
los vecinos de Aurín vieron con sorpresa como llegaba al pueblo su alcalde acompañado de un cabo primero del ejército
nacional. Ángel no sabía cuál era el motivo pero los rumores en voz alta de la
dueña de la casa al verlos llegar aclararon sus dudas: Rediós, ya deben venir otra vez a buscar os machos de casa... espetó
aquella abuela. En esos momentos Ángel tampoco sabía que aquella visita también
acabaría afectándole a él. Parece ser que las tropas nacionales apenas
disponían de caballerías en esos momentos por lo que solían recurrir a las que
poseían los vecinos de los pueblos que estaban bajo su control. Aquella escasez
se vió incrementada, aún más si cabe, tras el incendio de un pajar de Casa Roldán de Sabiñánigo donde habían muerto
calcinados hacía pocos días hasta tres machos del ejército los cuales aún llevaban puestos los bastes.
Ese
mismo
día el alcalde de Aurín, cumpliendo las instrucciones del suboficial
militar, movilizó las caballerías existentes entre todas las casas del
pueblo, incluidos
los de Casa Pascual. Por ese motivo
al día siguiente Ángel tuvo que marchar con los machos hasta la cercana fábrica
de Aragonesas, en Sabiñánigo. Ángel y otros vecinos de Aurín llegaron a dicha
fábrica y comenzaron a llenar sacos terreros con la arena de un gran montón la
cual se empleaba en las obras que se realizaban en Aragonesas. Una vez llenos Ángel
cargó un par de sacos de arena sobre el baste de cada macho y se formó un
convoy de tres o cuatro machos que emprendió camino hacia Sta. Orosia. Ángel no
entendía nada de aquella situación. No sabía qué hacía él en ese convoy, no
entendía el motivo de aquella cruel guerra y aún menos que su familia hubiera
quedado dividida a ambos lados del frente.
Tienda de campaña militar junto a la Ermita de Sta. Orosia. Foto: Archivo Museo de Bielsa |
Convoy militar atravesando el altiplano de Santa Orosia. Foto: Archivo Museo de Bielsa |
En
aquél primer viaje Ángel tuvo suerte pues llegó justo cuando los soldados estaban comiendo
alrededor de la cocina de campaña que tenían montada junto a la ermita. El
frugal desayuno matutino que había tomado hacía ya horas que se había diluido
y no llevaba ni tan siquiera un trozo de pan para el camino. Así pues, tras
haber cumplido con su cometido Ángel y los demás se comieron bien a gusto su
merecida ración de rancho. Tras un ligero reposo, el convoy emprendió las dos horas
de regreso que le quedaban hasta llegar de nuevo a Aurín. Antes de emprender el regreso,
el oficial al mando les hizo saber que al día siguiente debían subir un nuevo
cargamento de sacos de arena. Durante el camino de bajada Ángel no dejaba de
pensar para qué demonios debían querer tanta arena en medio del monte. Él sabía
que a otros hombres de Aurín ya les había tocado llevar cargas de comida o
munición para los soldados repartidos por el monte, pero arena?... Ángel hizo
en total unos cuatro viajes con arena hasta Sta. Orosia sin conseguir aclarar
el destino de la misma. Recuerda que poco tiempo después también le tocó llevar
varios viajes con los machos hasta Lárrede. En esa ocasión la mercancía eran
cajas de munición que los nacionales almacenaban en el interior de la iglesia
mozárabe de este pueblo.
Al
cabo de un tiempo Ángel consiguió enterarse de cuál era la finalidad de aquella
arena. Los soldados nacionales construyeron cerca de la Ermita de Sta. Orosia
un bunquer para instalar en su interior una ametralladora. Esta pequeña
construcción sigue, aunque de forma muy discreta, presente en el mismo sitio y
muy accesible para ser visitado.
De poco tiempo a esta parte han surgido interesantes iniciativas que están apostando seria y decididamente por la recuperación de diferentes ejemplos de construcciones defensivas militares levantadas durante la pasada contienda civil de nuestro país. Quien quiera saber algo más sobre una de ellas puede pinchar aqui.
De poco tiempo a esta parte han surgido interesantes iniciativas que están apostando seria y decididamente por la recuperación de diferentes ejemplos de construcciones defensivas militares levantadas durante la pasada contienda civil de nuestro país. Quien quiera saber algo más sobre una de ellas puede pinchar aqui.
Fuente: Ángel Gracia Abarca de Casa Chuán de Oliván, tiene en la actualidad 91 años y cuenta con una memoria prodigiosa, capaz de rememorar con todo lujo de detalles, cualquier hecho acaecido a lo largo de su vida.
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