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domingo, 11 de mayo de 2014

Un perinenco en California

            La semana pasada me llegaron malas noticias del otro lado del Atlántico. El amigo Carlos Barcos me comunicó la muerte de uno de los aragoneses que entrevisté en 2008 durante la realización del documental Borregueros. Desde que concluí aquél documental ya han muerto, desgraciadamente, varios de estos hombres. Entre ellos hay que incluir también la del padre de mi informante, Ángel Barcos, quien murió nada menos que a los 101 años. Casualmente Ángel e Isidro hicieron el viaje de España a California juntos. Pero en esta ocasión, conocer la muerte de Isidro Puyo de Casa Zamarras de Fago, me ha afectado más de lo que yo mismo esperaba. Aunque al mismo tiempo, debo reconocer que la noticia tampoco me ha sorprendido del todo pues la intuición me decía que debido a su avanzada edad, tal circunstancia no tardaría mucho en producirse.
Isidro durante la entrevista que le realicé en 2008 en el jardín de su casa en Dixon (California) para el documental Borregueros.  Foto: Archivo Cartagra

            Isidro murió con 95 años  en la ciudad de Dixon (California) donde vivía desde hacía bastantes años en compañía de su mujer Efigenia, también fagotana. Llevaba ya más de sesenta años viviendo en tierras americanas, y como otros aragoneses en esa época, emigró a este país forzado por las circunstancias. Inmersos en plena etapa de la posguerra caracterizada por una complicada situación económica y social, salir adelante en un pueblo como Fago no debía ser nada fácil. En esa coyuntura fue como un buen día recibió una carta de su tía que residía en California. Se llamaba Marta y había emigrado durante el gran flujo migratorio de principios del siglo XX, concretamente en 1916. En esa carta su tía le proponía ir a trabajar de pastor a tierras californianas. Marta se había casado con un navarro que también había emigrado a tierras americanas. Parece que las cosas le habían ido bien pues entonces tenía un rebaño de unas dos mil ovejas y necesitaba contratar pastores de confianza. Tras la lógica duda inicial y animado por su madre, finalmente Isidro decidió marchar a probar suerte. La temprana muerte de su padre hizo que, al ser el mayor de dos hermanos, sobre su espalda recayera la responsabilidad de garantizar la subsistencia de su casa de Fago. El dinero que habría de mandar desde el otro continente resultaría imprescindible para ello.

Isidro (izda) junto a Ángel Barcos (dcha), ambos 
de Fago, durante la parada que realizaron en París
en su primer viaje a EE. UU. de 1952
       Su carácter risueño y desenfadado enseguida se dejó notar. Seguro que el motivo de la visita y lo inesperado de la misma algo tuvo que ver. Hizo falta preguntarle poco pues él rápidamente empezó a contar historias y situaciones sin parar. Su rostro se iluminaba cuando contaba sus primeros años de pastor por los montes de Ansó. Aún recordaba los topónimos de los montes que fueron testigos de sus primeras jornadas pastoriles recorriendo aquellos puertos: Maidogui, Aguastuertas, Acherito... No sé muy bien por qué, pero escuchar aquellos nombres en su boca y tan lejos del Pirineo, me resultaron mucho más acogedores que en otras ocasiones. Los recitó sin dudar y los pronunció con un gracioso acento americano desconocido para mi. A pesar de los años transcurridos desde su infancia y después de tantos años en EE. UU., su memoria aún retenía como un tesoro aquellas vivencias vitales para él. Fue a finales de noviembre de 1952 cuando Isidro pisó suelo americano por primera vez. Y cuando él me contaba todo esto a mi fue en junio de 2008. Así pues, "sólo" habían discurrido cincuenta y seis años, ahí es nada¡¡¡.


            Pero el instante más emotivo de aquél encuentro de poco más de tres horas fue otro. Hubo un momento en el que de algún lado sacó un libro y me lo mostró. Yo di por hecho que sería en inglés pero para mi sorpresa se trataba de un libro en castellano y editado nada menos que por la Diputación Provincial de Huesca en 2006. Llevaba por título Alfonso Foradada, el Valle de Ansó en los años cuarenta y contenía estupendas fotografías de dicho fotógrafo. Con determinación, su dedo no dejaba de señalar la foto de portada y su voz me repetía "¡...mira, mira... ese crío soy yo...¡". De entrada no acababa de entender bien del todo a qué se refería ni qué tenía que ver aquél libro con nuestra conversación. Rápidamente me aclaró que aquél libro se lo había enviado su hermano que vivía en Binéfar y que el joven que ocupaba la fotografía de portada era, ni más ni menos, que él mismo. De rostro adolescente, asiendo firme contra su pecho un gran pan con una mano y en la otra un afilado cuchillo. La instantánea mostraba a Isidro cuando contaba poco más de quince años y aparece junto a una mallata ansotana preparando el típico menú pastoril de los valles pirenaicos occidentales: las migas. 
Foto de Isidro Puyo que aparece en la portada del libro publicado por la Diputación Provincial de Huesca sobre la excelente colección del fotógrafo A. Foradada. Foto: A. Foradada-Fototeca Diputación Provincial de Huesca

            Isidro dejó el pastoreo en tierras perinencas para ejercitarlo, a la manera americana, en las infinitas extensiones de los estados americanos de California y de Nevada. Cambió el aún entonces habitual oso pirenaico por otros enemigos naturales para el rebaño a su cargo e incluso para él. Enemigos por otra parte que nadie le advirtió de forma previa que se iba a encontrar y con los que tendría que convivir habitualmente. Me refiero a los coyotes, al puma, al oso negro o la serpiente cascabel, a los cuales debió de combatir de forma improvisada y sin apenas saber cómo al principio. Pero la experiencia y la capacidad de observación propia de quien se ha criado en el monte le ayudaron en gran medida a mantener aquellas fieras alejadas de su rebaño. Aún recuerdo cuando me relataba un increíble episodio en el que él sólo consiguió abatir con la ayuda de un rifle, un gran puma que ya le había causado varias bajas en su rebaño. Tras unos seis años como borreguero, Isidro decidió buscar un empleo menos sacrificado y mejor remunerado por lo que acabó colocándose en un empresa de Dixon. Emigró a tierras americanas con la clara convicción de ahorrar el máximo de dinero posible y regresar a España. Pero el transcurso del tiempo hizo que Isidro cambiara de opinión a los pocos años, y casi sin darse cuenta, acabó convenciéndose de que ya no regresaría. Tal cual me confesó abiertamente "...después de haber vivido en Estados Unidos, España ya no te entra...".
Otra foto de Isidro pastoreando en el monte de Ansó incluida en el libro referido y tomada también por A. Foradada.                        Foto: A. Foradada-Fototeca Diputación Provincial de Huesca

           Sirva este post como homenaje ya no sólo a Isidro, también a todo el resto de aragoneses que trabajaron como borregueros en distintos estados del Oeste americano. Durante la segunda mitad del siglo XX fueron cerca de medio centenar de aguerridos aragoneses los que cruzaron el Atlántico para trabajar cuidando ovejas cerca del Pacífico. Se trata de un episodio de la diáspora aragonesa que sigue siendo muy desconocido en nuestros días. Con la intención de dar a conocer aquél movimiento migratorio, en 2010 concluí un libro que aborda esta cuestión en profundidad, en el que además de un buen número de reseñas biográficas, también se profundiza sobre el origen de ese movimiento o las singularidades del desempeño de este oficio en aquellas tierras. Lástima que a fecha de hoy todavía no haya visto la luz por falta de una editorial decidida y convencida en divulgar este fenómeno de la migración pastoril aragonesa. Otras comunidades como la vasca o la navarra hace tiempo ya que lo hicieron y cuentan con un buen número de libros que abordan en profundidad este fenómeno migratorio.

            Quien quiera ver el contenido del documental Borregueros, puede hacerlo a continuación. El testimonio de Isidro Puyo aparece a partir del minuto 16:10. En este mismo documental también podremos ver y escuchar a su compañero de viaje también fallecido, Ángel Barcos, padre de mi fuente quien reside en tierras californianas.


 


2 comentarios:

  1. Excelente trabajo Carlos. Una pena que poco a poco vayan dejándonos estos entrañables personajes. Peor todavía que se lleven toda esa sabiduría que dan los años.

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    1. Hola zagal, como muy bien dices, una verdadera lástima. Isidro era el típico abuelo con el que a uno se le pasaba el tiempo volando escuchándole contar vivencias de un lado y otro del atlántico. La historia de aquellos hombres que conformaron la migración pastoril de aquellos años no tiene desperdicio alguno. Aquello fue un carrera contínua de obstáculos para todos ellos.

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