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miércoles, 6 de noviembre de 2013

El factor humano (I)

          Todas las obras descritas hasta ahora son sólo una muestra del total de las que se llegaron a efectuar en el norte de la provincia de Huesca a lo largo del último siglo. Como ya ha quedado dicho, la mayoría de ellas fueron ejecutadas básicamente por la administración central a través de dos organismos autónomos, la 6ª División Hidrológico Forestal (6ª DHF) y el Patrimonio Forestal del Estado (PFE). Aún hubo otra serie de obras ejecutadas por otro nuevo organismo, el ICONA, sucesor del PFE. Durante los últimos años, algunas de estas obras fueron ejecutadas por el Gobierno de Aragón en colaboración con la administración central. Los beneficiosos efectos conseguidos por estas obras, tanto por sí solas dentro de su cuenca respectiva, en su conjunto dentro de un mismo cauce, como la totalidad de las ejecutadas entre todas las cuencas afectadas, son muy difíciles de valorar. A pesar de lo dicho hay interesantes iniciativas que buscan una método óptimo para conseguir una valoración eficaz y proporcionada, basada en unos criterios claros y bien definidos (1). Dejaré que sean otros quienes se encarguen de trabajar en esa línea pues debo reconocer que dicha cuestión queda fuera de mi alcance.

Portada de uno de los múltiples proyectos 
redactados por los ingenieros de montes.
Foto: Archivo Cartagra
            Mi intención aquí y ahora, mucho más modesta, se limitará a hablar algo sobre el imprescindible componente humano que hubo detrás de todos los trabajos referidos en anteriores posts. Se tratará de una valoración totalmente ajena a las cuestiones técnicas o ingenieriles contempladas en los proyectos de esas obras. Simplemente me planteo resaltar el papel desempeñado por los diferentes colectivos que participaron de una forma activa en los mismos. Creo que el cometido realizado por esos hombres siempre ha sido infravalorado y pocos han sido quienes les han dedicado un mínimo de tiempo a su recuerdo y por su puesto a su reconocimiento.

            Este personal al que hasta ahora me he referido se puede clasificar perfectamente en tres grandes grupos a tenor de sus cometidos, claramente definidos para todos ellos. En primer lugar encontramos a los ingenieros de montes quienes fueron siempre los máximos responsables de los diferentes proyectos. Le siguió el colectivo conformado por los guardas forestales que se constituyeron durante muchos años en los ojos de los ingenieros cuando estos estaban ausentes de las obras. En último lugar se encuentra el más numeroso en cuanto a individuos se refiere que fue el compuesto por los obreros y las diferentes categorías que entre ellos existieron. Sin la participación de todos ellos, de una forma jerarquizada, coordinada y con unos cometidos tan claramente definidos, podemos estar bien seguros que los resultaos obtenidos no hubieran sido para nada los mismos.
 
            Siguiendo el orden más lógico, comenzaré refiriéndome a los Ingenieros de Montes. Todos ellos estudiaron en la Escuela Especial de Ingenieros de Montes de Madrid, la única que existió en España durante muchos años. Años más tarde se creó, también en Madrid, la Escuela de Ingenieros Técnicos Forestales, los cuales también participaron de forma activa. Gracias a los conocimientos de unos y otros se llegaron a redactar infinidad de proyectos en los que se plasmaron las diferentes actuaciones a realizar con el objetivo último de corregir, hidrológicamente hablando, numerosos cauces.  En esos proyectos contemplaron también otra serie de obras y trabajos de vital importancia para conseguir el anterior fin, como fueron las repoblaciones forestales sobre laderas descarnadas o apertura de caminos.

Promoción de ingenieros de montes en 1887. Pedro Ayerbe es el primero sentado por la derecha. 
 Foto: Colección Tomás Ayerbe

             Pero sin lugar a dudas, quienes más difícil lo tuvieron fueron aquellos a los que les tocó abrir brecha. Y como no puede ser de otra manera, entre aquellos pioneros es obligado citar los nombres de los aragoneses Pedro Ayerbe y Benito Ayerbe. A ambos dos les tocó hacer frente a sendos proyectos, a cual más comprometido. Al primero se le encomendaron los trabajos de corrección hidrológico forestal de la Cuenca del Río Gállego. Los cauces del Barranco Arratiecho y el Barranco Arás son los dos mejores ejemplos de su buen hacer. A su primo Benito le tocó garantizar la integridad de la estación internacional de ferrocarril que se había de construir en el llano de Los Arañones, cerca del pueblo de Canfranc. Los diferentes barrancos que rodeaban esa zona durante el invierno se convertían en verdaderas lanzaderas por donde descendían ingentes cantidades de nieve en forma de aludes muy destructivos. Fruto de su gran capacidad observadora sobre los fenómenos naturales, Benito diseñó un nuevo tipo de dique hasta entonces desconocido. Fue él quien inventó el dique vacío y que tan buenos resultados dio en la contención de aludes.

Ingeniero desconocido tomando notas de 
campo para redactar el posterior proyecto.  
Foto: Archivo Cartagra  


           Aún hay que señalar un nuevo miembro de la saga de los Ayerbe. Se trató de José María Ayerbe Vallés, hijo de Pedro Ayerbe. Este fue en gran medida el encargado de continuar con la labor realizada tanto por su padre  como por Benito Ayerbe. Él se encargó del diseño, proyección y ejecución de obras de contención de aludes tanto en el entorno del Balneario de Panticosa como de la estación internacional de Canfranc. De su puño salieron proyectos como el de la defensa contra aludes del Balneario de Panticosa, en 1955, o el de la mentada estación de ferrocarril años atrás, en 1947.
 
            Pero hubo muchos más ingenieros de montes que desempeñaron su labor en esta provincia de forma discreta a la vez que constante. Mariano Borderas, quien tomó el relevo de Pedro Ayerbe en los trabajos del Barranco de Arás, o Genaro Brun quien hizo lo propio cuando en 1938 murió Borderas. Algo similar sucedió en 1917 a raíz de la muerte de repentina de Benito Ayerbe y fue un joven ingeniero llamada Florentino Azpeitia quien continuó con su labor. Tampoco hay que olvidar a otro abnegado ingeniero a quien le cediera el testigo José María Ayerbe. Me estoy refiriendo a José María Ruiz Tapiador quien años más tarde sería nombrado responsable de la Brigada de Hidrología de Huesca. De esta misma época, década de los sesenta del pasado siglo XX, también hay que recordar otros nombres como los hermanos Carlos y Antonio Revuelta Salinas o Jaime Jordán de Urriés y Azara. Por lo que se desprende de la documentación consultada hasta la fecha en diferentes archivos (2), mención especial merecen otros dos hombres pues durante los años de máximo apogeo del Patrimonio Forestal del Estado, se mostraron como unos de los ingenieros más activos y prolíficos de su momento. Me estoy refiriendo a Miguel Navarro Garnica y a Alfonso Villuendas Díaz.

 






 
















 
A la izquierda y de arriba a abajo, las firmas de los tres Ayerbe: José María, Benito y Pedro. Arriba a la derecha la de Mariano Borderas y abajo a la derecha la de José María Ruiz Tapiador. Fotos: Archivo Cartagra
         A buen seguro que se me quedan un buen número de ingenieros de montes y ayudantes en el tintero pero debo matizar que tampoco aspiro a enumerar a todos cuantos trabajaron a lo largo de tantos años en esta provincia. Simplemente pretendo rendir un homenaje a este colectivo de la misma manera que en los próximos posts lo haré con los otros citados al principio del presente.
Los Ayerbe en el centro, junto al Director General de Agricultura del momento, D. Texifonte Gallego (a la izda.), durante la visita realizada al dique nº 3 del Torrente Epifanio, dentro de las obras de correción de la estación de Canfranc. Foto: Archivo Tomás Ayerbe 

 
 
Fuentes y bibliografía:

- (1): Criterios cuantificadores para evaluar los efectos de las restauraciones efectuadas en las cuencas de montaña del Pirineo Aragonés en la primera mitad del siglo XX; Fábregas Reigosa, S., Mintegui Aguirre, J.A., Fábregas Reigosa, J.I., Hurtado Roa, R., Robredo Sánchez, J.C. y  Huelín Rueda, P.
 
- (2): Archivo Histórico Provincial de Huesca y Archivo del Servicio Provincial de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente del Gobierno de Aragón en Huesca.


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