martes, 23 de enero de 2018

Un terremoto en la Canal de Berdún




Una vez más, la memoria que contienen las páginas de los libros nos va a permitir revivir un episodio de la historia reciente del Prepirineo aragonés del cual seguramente que pocos o ninguno recuerda. Esta vez lo haremos de la mano del libro titulado El periodo sísmico de “La Canal de Berdún” (Pirineos), escrito por el ingeniero A. Rey Pastor y publicado en en Toledo en 1931 por el Instituto Geográfico y Catastral. Obviamente, se trata de un libro imposible de conseguir en la actualidad salvo por casualidad en algún mercado de segunda mano. Yo he tenido la suerte de acceder a él gracias a mi amigo Pepe Gavín quien gentilmente me lo prestó para su lectura.
Vecinos de Berdún y Guardia Civil frente a los maderos que apuntalaban varias fachadas

              El terremoto en cuestión tuvo lugar un 10 de julio de 1923 al cual le siguieron diferentes y pequeñas réplicas los días posteriores. Todos ellos fueron registrados por diferentes observatorios sismológicos tanto españoles como extranjeros. Así sucedió en los centros de Toledo, Fabra (Barcelona), Ebro (Tortosa) o Estrasburgo (Francia). Gracias a los datos recogidos por todos ellos fue como se pudo establecer el epicentro del mismo en la Canal de Berdún.

Una familia de Berdún posa delante de las
fachadas apuntaladasen una de sus calles
             La prensa local también se hizo eco de este movimiento sísmico y las noticias que publicaron al respecto destacaron en gran medida por el sensacionalismo de las mismas. Se llegó a escribir que como consecuencia de este fenómeno habían quedado arruinadas las casas de numerosos pueblos. Tal cual recoge el libro que ahora nos ocupa “…además de las conmociones sísmicas, habían tenido lugar misteriosos fenómenos meteorológicos, con incendio de montes, explosiones subterráneas, aparición de lenguas de fuego, agrietamiento del suelo, etc. considerando como muy probable la inmediata aparición de un volcán”.


 Ciertamente, aquél fenómeno debió causar seria preocupación ya no sólo a los vecinos de los pueblos afectados, también a los responsables estatales. Así fue como el Director General del Instituto Geográfico no dudó en ordenar que uno de sus ingenieros que se desplazara in situ para recopilar toda la información posible y así “…realizar un detenido estudio, encaminado al análisis de las circunstancias en que se desenvolvió el fenómeno, causas del mismo, etc.”. A este ingeniero le acompañó un arquitecto para que pudiera valorar los daños sufridos en las edificaciones “…por si el Gobierno acordase indemnizar a los perjudicados”. Ambos ingenieros se desplazaron en primer lugar hasta Huesca donde se reunieron con el Gobernador Civil quien les puso al corriente de cuáles eran los pueblos que más afecciones habían sufrido por las sacudidas sísmicas.

El campanario de Mianos también sufrió desperfectos a raíz del terremoto
              Aquella reducida comisión técnica dispuso de muy pocos días para la toma de datos que contribuyeran a fijar con la máxima precisión posible el epicentro. Durante ese tiempo visitaron doce núcleos habitados, tres caseríos, numerosos edificios aislados, casillas de peones camineros, corrales, ventas ermitas, etc. El informe que ambos elaboraron tras su visita fue remitido al propio Director General que había ordenado su desplazamiento a la zona afectada. 

Portada del libro que se ocupó de
 aquél suceso


Los datos más importantes que incluyó aquél informe señalaban que hubo un periodo sísmico doble pues el primero de ellos tuvo lugar en 1923 y su foco principal quedó fijado en el pueblo de Martes. El segundo periodo afectó a dos años, 1924-25, cuya actividad principal se desplazó hasta el núcleo de Villareal de la Canal. 

La parte central del libro que nos ocupa se dedica a cuestiones técnicas principalmente, mientras que al final del mismo se incluye un pequeño anexo donde se incluyen dibujos y fotografías. Por cierto, algunas de ellas a pesar de su escasa calidad resultan más que interesantes. 

           Confiemos que semejante suceso no vuelva a repetirse ni en la Canal de Berdún ni en ningún otro lado pues como por todos es bien conocido, las consecuencias suelen ser catastróficas. A pesar de lo dicho, los movimientos sísmicos se siguen produciendo en toda la cadena pirenaica aunque afortunadamente, hasta la fecha, todos ellos han sido de muy baja intensidad y apenas perceptibles para la población en general.

Quien desee conocer algo más sobre este suceso, merece la pena visitar el blog de Antonio Aretxabala de cuya existencia me ha informado mi amigo Marco Arruej.

Mientras tanto, esperemos y confiemos que la Canal de Berdún no vuelva a ser escenario de ningún episodio sísmico. Máxime si tenemos en cuenta que en la actualidad, en su extremo Oeste se asienta el embalse de Yesa y su faraónica obra de recrecimiento la cual está resultando muy criticada por un importante sector de la población aragonesa y navarra. Se han podido constatar movimientos de la ladera que debe sustentar el muro de la nueva presa lo cual ha generado gran alarma social, sobre todo aguas abajo de la misma donde se asientan importantes poblaciones como Sangüesa.