domingo, 21 de diciembre de 2014

Más sobre sequeros



           Y ya que estamos hablando de sequeros, a continuación pasaré a contar algo sobre las vicisitudes que concurrieron alrededor de la construcción del sequero de Sarvisé. Como se verá a continuación, la que acabó siendo su ubicación final poco o nada tuvo que ver con las intenciones iniciales de su promotor.

 Dibujo levantado conforme avanzaban las obras del sequero de Sarvisé. Foto: Archivo Cartagra
          Pero vayamos paso a paso. Todo comenzó con la recepción en las oficinas de Huesca de un escrito firmado por el mismísimo Director General de Montes y dirigido al responsable del Distrito Forestal de Huesca, el ingeniero de montes Ignacio Claver Correa (1). Aquél, fechado un 31 de marzo de 1948, entraba directamente al grano sin preámbulo alguno: "Existe verdadera necesidad de intensificar la recolección de todas las clases de semillas adecuadas para las siembras y producción de las plantas que demandan las diversas repoblaciones acometidas tanto por la iniciativa oficial como por la privada, y especialmente en cuanto se refiere a la especie del pino silvestre...". Pocas líneas después, el Director General encomendó al responsable de Huesca redactar "con toda diligencia" un estudio para determinar el mejor emplazamiento posible de sequeros solares dentro de esta provincia. Estableció como premisa que la zona escogida debería estar próxima a manchas naturales de pino silvestre que abarcaran del orden de al menos unas 10.000 Ha.
Boceto realizado a mano alzada por Ignacio Claver con los diferentes elementos del sequero artificial. 
Foto: Archivo Cartagra

           La primer gestión que se conoce al respecto lleva fecha del 17 de abril y consistió en un oficio al Guardia Forestal de Broto, Ramón Azón. Preguntó a dicho empleado si conocía en la zona una parcela de unos 100-150 m² en el entorno del núcleo de Broto y próximo a la carretera nacional. Este le contestó cuatro días más tarde comunicándole que en esa ribera él calculaba que había cerca de 7.000 Ha de bosques de pino silvestre. Hizo gestiones directas con varios propietarios de fincas próximas a la carretera y según él, ninguno se mostró partidario de vender. Parece ser que para esas fechas el Servicio de Regiones Devastadas había expropiado distintas fincas en esa zona, y al mismo tiempo, algunos particulares habían adquirido solares para la reconstrucción de casas. Así pues, todo lo disponible en la zona para esas fechas parece que ya había sido adquirido de una forma u otra.


           Ante esa situación, Ignacio Claver contactó con el Alcalde de Sabiñánigo, Herminio Pérez, con el que ya había tenido contactado con anterioridad pues por esas fechas estaban conversando sobre la instalación de una empresa de celulosa en Sabiñánigo (2). En una carta fechada el 12 de mayo, el primero le preguntó por la disponibilidad en esa localidad de un solar de unos 150 m² donde construir una sequería y una casa forestal. Según se desprende de la carta, en esos momentos ya estaba redactado el proyecto en cuestión el cual contemplaba en boca del forestal "...algo vistoso que sirviera de ornamento". El alcalde en cuestión le contestó a mediados de mayo comunicándole la disposición de un vecino para vender una finca de esas características. Se llamaba D. Francisco Rapún y el solar se ubicaba en la Calle General Ponte "...cuyo sitio es muy apropiado y céntrico" (3). El alcalde le comunicó también que, en caso de no ser de su agrado esa finca, el ayuntamiento también disponía de otros posibles terrenos para tal fin. 
Plano de Sabiñánigo con las posibles ubicaciones en rojo para el emplazamiento del sequero artificial. 
Foto: Archivo Cartagra

          El proyecto inicial que redactó Ignacio Claver contempló una sequería de galería vertical con todos sus complementos, aunque al poco de empezar a trabajar en él cambió de opinión. El motivo fue básicamente la información que le proporcionó un colega forestal de Jaén quien le habló del estupendo funcionamiento de una sequería ubicada en Sílex (Jaén) que además ofrecía un gran rendimiento. Esta sequería además de presentar galería horizontal permitía ser usada también como secadero para piezas de madera pequeño tamaño. Aquél cambio de planes requirió así mismo el envío de una carta al proveedor del material para que este cancelara el estudio y presupuesto del primer proyecto. El proveedor escogido en ese caso fue Talleres Sanitarios Guillermo Weber de Valencia. 

             El expediente consultado ya no aporta más información al respecto y nos deja unas cuantas incógnitas por resolver. Seguramente debieron surgir problemas para adquirir la finca en Sabiñánigo y las conversaciones iniciadas no llegaron a buen puerto. Ignacio Claver debió retomar entonces la posibilidad de establecer la sequería en el valle del Ara pues fue allí donde finalmente se construyó la sequería que ahora nos ocupa. El lugar escogido fue el pueblo de Sarvisé donde el Distrito Forestal de Huesca acabó adquiriendo dos fincas diferentes. Una al sur del pueblo donde construyó una casa forestal que aún en la actualidad es usada por personal del Gobierno de Aragón. En la otra finca, próxima a Sarvisé, fue donde se construyó una sequería de galería horizontal. Allí se debieron obtener gran cantidad de piñones de pino silvestre y seguramente también de pino negro y de abeto debido a la proximidad de masas naturales de estas especies en la cabecera del río Ara. Los piñones allí obtenidos serían repartidos a su vez entre los diferentes viveros existentes entonces en la provincia para obtener la planta necesaria para las repoblaciones previstas.
 Aspecto definitivo del sequero de Sarvisé en la década de los 60 del siglo XX. Foto: Archivo Cartagra

        La década de los años 60 del siglo pasado debieron ser la época de máximo esplendor de esta instalación forestal. Esos años fueron los de máximo apogeo pues fueron numerosas las repoblaciones forestales auspiciadas por el Patrimonio Forestal del Estado. Se realizaron de forma amplia y extensa afectando a muchos montes e incluso pueblos del Prepirineo oscense. Pasado ese periodo esta sequería, al igual que otras ubicadas en Ansó, Aragüés del Puerto o Villanúa, entraron en plena decadencia. Esta instalación dejó de emplearse para el fin que fueron diseñadas y pasaron a ser usadas como un mero almacén para material de todo tipo. Su mantenimiento se hizo cada vez más escaso hasta llegar a su estado de actual, totalmente abandonado y olvidado por su dueño y gestor actual, el Gobierno de Aragón.


Fuentes y Bibliografía 

- (1): Archivo Servicio Provincial Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente de Huesca.
- (2): Poco tiempo después acabó instalándose dicha empresa que fue conocida
  popularmente como  la Papelera de Sabiñánigo.
- (3): En la actualidad esta calle lleva el nombre de Leonardo Coli Escalona.


viernes, 12 de diciembre de 2014

Balneario de Panticosa



            Mi memoria fotográfica marcha en esta ocasión a uno de esos enclaves pirenaicos que bien pocos locales y foranos podrán decir que no han visitado en alguna ocasión a lo largo de sus vidas. Se trata de un sitio con una gran tradición dentro de su especialidad, las aguas termales, pues su existencia como balneario ya está documentada desde época romana. Las instalaciones del Balneario de Panticosa, al igual que cualquier otro pueblo pirenaico, han sufrido distintos procesos de transformación inherentes al propio devenir de los tiempos. Se ha tratado de cambios progresivos que han buscado una actualización de las instalaciones para adaptarlas a nuevas necesidades tanto normativas como de uso, así como también a la demanda por parte de los clientes.
 Vista del Balneario hacia 1920 según una postal francesa. Fototipia: Hermanos Labouche

         La imagen antigua de este post corresponde a una fototipia de los Hermanos Labouche, fotógrafos franceses oriundos de Toulouse. En ella se nos muestra una escena del Balneario de Panticosa tomada hacia el primer cuarto del Siglo XX, posiblemente hacia 1920 y seguramente durante la época de máximo esplendor de este balneario. El aspecto impecable de los tejados y las fachadas de las construcciones ya denotan un perfecto estado de uso y conservación. Los vestidos largos de las señoras con pelo recogido y su sombrilla en la mano también ayudan a situarnos en aquella época decimonónica en la que no todo el mundo podía acudir a estos establecimiento. La presencia de un burro denota igualmente que en el momento en que se realizó la toma no debía haber otra mejor forma de transportar cargas medianamente pesadas o incluso personas poco acostumbradas a caminar. La concentración de personas en ese punto resulta no ser casual pues están reunidos justo a la altura de la Fuente del Hígado de la que me ocuparé con más detalle en un futuro post. Las rocas desnudas del fondo y la pendiente de la ladera sobre la que se asientan nos indican que estamos inmersos en un ambiente muy montañoso.


            Si comparamos la anterior toma con la actual rápidamente encontramos cambios significativos. El en su día conocido como edificio de la Casa de Baños o Balneario, presenta en la actualidad un tejado en estado totalmente ruinoso. Pero si observamos con detenimiento este edificio, aún constataremos otra gran diferencia. Hacia 1920 este edificio tenía tres pisos de altura más el espacio abuhardillado debajo de la cubierta de pizarra. En aquellas fechas ese era el edificio del balneario propiamente dicho y así lo certifica el rótulo, apenas perceptible en la foto, ubicado encima de la entrada principal. En la actualidad sólo existen dos pisos de altura y el tejado por lo que el mismo fue modificado en un momento que no he podido determinar. Los pequeños tejados de las dos construcciones de la izquierda de la imagen muestran la falta de diferentes pizarras. A la derecha de la Fuente del Estómago hecho en falta otra construcción, seguramente otra fuente, cuyo nombre no he podido recabar.
Interpretación actual de la toma realizada por los Hermanos Labouche. Foto: Archivo Cartagra


            El único edificio que en la actualidad presenta incluso mejor aspecto que hace cerca de un siglo es el de la Casa del Reloj. Presenta un fachada inmaculada y sin desconchados y un tejado de teja provisto hasta de soportes para sujetar la capa invernal de nieve. La escalera de su fachada lateral con su respectiva barandilla son ambas de nueva factura. Hay que decir que este edificio resultó restaurado durante la última fase de rehabilitación integral de este espacio que tuvo lugar entre 2004-2008. Este edificio albergó durante muchos años la conocida como Casa de Inhalaciones tal cual certifican algunas otras fotografias antiguas del balneario que he tenido ocasión de contemplar.

          El tejado que asoma en la esquina inferior derecha ha dejado paso a otro de mayores dimensiones conformado por chapa negra. Se trata del tejado del nuevo Hotel Continental el cual también ha sufrido en esta última furia rehabilitadora una modificación integral de la que hablaré en otra ocasión. Antes de estas profundas reformas en ese espacio se levantaba el original Hotel Mediodía. Decir también que el Hotel Continental original resultó derruido integramente a raíz de dichas reformas, ¡¡lástima y grande¡¡.
Aspecto que presenta este rincón del Balneario de Panticosa en la actualidad. Foto: Archivo Cartagra
          Quizás el último elemento que merece la pena ser destacado aquí se refiere al gran desarrollo de la vegetación pues en la actualidad prácticamente tapa por completo la ladera de roca granítica que aparece en la toma antigua. Esto ha sido posible gracias al gran desarrollo alcanzado por pinos negros, serbales, arces y fresnos principalmente. Buena parte de este arbolado procede de repoblaciones forestales acometidas por el Patrimonio Forestal del Estado a mediados de los años cincuenta del siglo pasado. En esa fecha se realizaron varias plantaciones en el monte de utilidad pública denominado Plan d'Ibón que comprende todos los alrededores de estas instalaciones. Otra parte de vegetación corresponde ya a la regeneración espontánea fruto de un buen suelo y una pluviometría adecuada.

          Debido al magnífico paraje en el que se asienta este balneario, su entorno es el escenario perfecto para realizar excursiones de montaña para todos los niveles. Desde sencillos paseos hasta los lagos de Brazatos, Azules o Bachimaña, hasta ascensiones a picos que superan los tresmil metros de altitud como son el Garmo Negro, Argualas o los Picos del Infierno entre otros. A pesar de lo dicho, las dos excursionistas que aparecen en la fotografía actual me dá la sensación que son de las que se conforman con llegar sólo hasta los lagos de Brazatos...

          Aprovechando que estamos hablando de este entrañable rincón del Balneario de Panticosa, incluyo otras dos tomas localizadas de encuadre muy similar. Entre ambas no hay muchos años de diferencia, unos diez aproximadamente, aunque si prestamos algo de atención, contemplaremos nuevamente la diferencia referida anteriormente. Ya que antes no lo mencioné, imagino que tal cambio debió estar justificado por el gran número de visitantes que recibía este paraje en esas fechas y la necesidad de ampliar aquellas instalaciones balnearias para cubrir dicha demanda.
Vista del esta misma parte del Balneario de Panticosa hacia 1910. Se puede apreciar como en esta época el edificio destinado a balneario propiamente dicho poseía sólamente dos alturas. Foto: autor desconocido 
  Vista del mismo rincón del balneario aunque años más tarde, hacia 1920 aproximadamente. Aquí ya se aprecia como el edificio del balneario ha sufrido una importante modificación ganando nada menos que una altura. El resto de construcciones apenas presentan cambios sustanciales. Foto: M. Arribas 

 
Una nueva imagen del entorno de esta fuente de autor desconocido. Foto: Archivo Cartagra

Otra toma distinta de este mismo encuadre. Foto: Gastón Nancy, Pau.
Nueva vista del mismo escenario del Balneario y aspecto invernal. Foto: Archivo Cartagra

viernes, 28 de noviembre de 2014

Los Sequeros



            Se trata de una instalación cuyo principal cometido fue la obtención de las semillas necesarias para el correcto funcionamiento de otra instalación forestal básica, los viveros. Como su nombre indica, su función era la de secar semillas de diferentes especies mediante la aplicación de calor. Dentro de los sequeros pueden distinguirse dos clases: el sequero solar y el sequero artificial. El primero usa única y exclusivamente la radiación solar como elemento calentador. Para ello, alrededor del edificio principal solía haber una serie de superficies acondicionas o eras en las que se extendían las piñas, los gálbulos o los frutos de donde se querían extraer las semillas. Para conseguir su secado progresivo al sol era necesario removerlos manualmente cada cierto tiempo. En su día este tipo de sequeros fueron mucho más frecuentes en la mitad sur del país donde la climatología resulta mucho más aparente para este fin. El otro tipo de sequeros fueron los denominados artificiales y se trató de unas instalaciones de más envergadura que las anteriores pues incluían una maquinaria más compleja. Dado que el mayor porcentaje de repoblaciones efectuadas en nuestro país se realizó con especies coníferas, los sequeros artificiales fueron los más numerosos pues podían funcionar durante todo el año independientemente de la meteorología que hiciera y así obtener un mayor volumen de semillas.
 Sequero solar y piñas extendidas al sol en la Sierra de Cazorla (Jaén). Foto: Archivo Cartagra

            El Patrimonio Forestal del Estado (PFE) tuvo que planificar la construcción de toda una red de sequeros para garantizar al máximo el correcto funcionamiento de una no menos importante red de viveros la cual también tuvo que planificar prácticamente desde cero. Si los viveros no podían alcanzar la plena producción de planta por falta de semillas suficientes, se podría llegar a poner en peligro los plazos del ambicioso plan de repoblación nacional planteado por el PFE. Para designar la ubicación de los sequeros hubo que tener en cuenta diferentes cuestiones que no siempre resultaron fácil de conseguir sobre el terreno. En primer lugar había que tener clara cuál era la semilla que interesaba obtener para a partir de allí buscar donde se encontraban las masas boscosas más aparentes de la especie en cuestión. Delimitada la localización geográfica de estos bosques había que concretar cuál era la ubicación ideal para esta instalación. Era entonces cuando el PFE comprobaba si disponía allí de terrenos propios o si bien debía plantearse su adquisición. Esta circunstancia suponía un gasto extra que debía ser autorizado previamente por la dirección de este organismo en Madrid. La primera relación de sequeros artificiales disponible en España queda condensada en el siguiente cuadro (1):
Provincia
Término Municipal
Nº de aparatos
Especie
Ávila
Navarredonda
1
Pino silvestre
Ávila
Peguerinos
2
Pino silvestre
Cuenca
Cuenca
2
Pino laricio
Cuenca
Monteagudo
1
Pino laricio
Cuenca
Villalba
1
Pino laricio
Guadalajara
Condemios
2
Pino silvestre
Guadalajara
Orea
1
P. laricio y silvestre
Guadalajara
Villanueva
1
Pino laricio
Jaén
Cazorla
5
Pino laricio
Jaén
Siles
4
Pino laricio
Segovia
La Granja
1
Pino Silvestre
Soria
Abéjar
2
Pino silvestre
Tarragona
La Cenia
1
P. silvestre y laricio
Teruel
Mora Rubielos
1
Pino laricio
Teruel
Torres
1
Pino silvestre
T O T A L E S

   26 aparatos


Su funcionamiento


          El calor en estos sequeros había que producirlo de forma artificial para lo cual resultaba imprescindible dotar a estas instalaciones de al menos una caldera o estufa grande. Hubo instalaciones mucho más complejas como las de Jaén, Ávila o Soria en las que se instalaron varias de estas calderas. A cada una se le acoplaba uno o varios ventiladores de grandes dimensiones para conseguir que el calor completara un circuito cerrado. A lo largo de este recorrido el calor resecaba las diferentes tolvas o bandejas donde se habían depositado las piñas, gálbulos o frutos que se querían secar. El material de combustión empleado fue generalmente las propias piñas una vez desprovistas de los preciados piñones.
Aspecto de una estufa y del ventilador. Al fondo las piñas ya vacías listas para ser quemadas. 
Foto: Archivo Cartagra


            La mayoría de los sequeros artificiales se dedicaron a obtener básicamente semillas de diferentes especies de resinosas. Esto implicó que se llegaran a manejar cantidades industriales de piñas lo cual requirió a su vez unas instalaciones amplias y con capacidad de almacenaje suficiente. Al mismo tiempo, estas instalaciones necesitaron disponer de una mano de obra especializada para conseguir así rentabilizar al máximo la producción de semillas. Cabe recordar que todos los trabajos eran básicamente manuales por lo que la mano de obra local siempre resultó imprescindible. Esta fue básica también a la hora de limpiar las semillas obtenidas tras someter las piñas al proceso de secado. Al abrirse estas por efecto del calor aplicado también era habitual la aparición de otros restos vegetales que era necesario eliminar. Hasta que se extendió el uso de máquinas especializadas en la limpieza de las semillas, esta parte siempre se realizó de forma manual.  
 Vista del interior de un sequero con la piña acumulada pendiente de ser secada. Foto: Archivo Cartagra

            Una vez que se tenían las semillas totalmente limpias resultaba de gran importancia asegurarse del perfecto estado sanitario de las mismas. Si no estaban perfectamente secas podían surgir procesos de enmohecimiento que echaran a perder las semillas y con ello todo el trabajo y esfuerzo previo. También había que garantizar que sobre las mismas no actuara ningún tipo de bacteria o insecto. Para evitar en la medida de lo posible todas esas situaciones, la semilla totalmente limpia y perfectamente seca se introducía generalmente en unas cámaras frigoríficas. Allí se guardaba la semilla en bidones metálicos cerrados herméticamente de donde salían solamente una vez conocido el destino final de la semilla.


Los sequeros en Huesca


          Si bien en el listado anterior no aparece ningún sequero artificial en nuestra provincia, lo cierto es que sí que llegaron a funcionar varios de ellos en la misma. En el Valle del Aragón, concretamente en Villanúa existió en su día un sequero que inicialmente fue solamente solar. Se tiene constancia de su existencia desde 1909 aunque fue a partir de 1933 cuando se modernizaron sus instalaciones convirtiéndolas entonces en un sequero artificial. Esta instalación constaba de tres módulos unidos en un sólo edificio. En el primero se ubicaba la estufa del secadero mientras que en el módulo central se encontraba el depósito de semillas y la maquinaria para la extracción y limpieza de los piñones. En el último modulo funcionó durante algún tiempo un laboratorio para el estudio de la piña y los piñones. Este sequero hace muchos años que dejo de funcionar como tal pues desde 1988, fecha en que el Gobierno de Aragón cedió esta construcción y otras próximas a los Salesianos de Huesca, funciona como una colonia veraniega. 
Aspecto del sequero de Sarvisé en la actualidad. Foto: Eva Nuez

            A finales de marzo de 1948 el propio director General de Montes se dirigió por escrito al responsable del Distrito Forestal en Huesca. En su carta le solicitó la máxima diligencia para la construcción de varios sequeros de calor artificial pues la demanda de semilla en nuestro país no permitía cubrir las necesidades con los entonces existentes (2). Estos debían de ubicarse teóricamente cerca de zonas donde hubiera próximas entre sí masas de una superficie aproximada de 10.000 Ha y bien comunicadas. 


Jornales y recolección de semillas


          Aragüés del Puerto fue uno de los pueblos donde finalmente se construyó uno de esos sequeros. Tras consultar varia documentación referente al mismo (2), sabemos que por la recolección de 104 kg de piña de pino silvestre, el Distrito Forestal de Huesca pagó a su recolector en marzo de 1951 un total de 73,50 Pts. Ese mismo mes se le pagó a Julián Algueta, de Hecho, 148 Pts por transportar piñas en su carro hasta esta sequería. A este sequero llegaron piñas de muchos puntos de la provincia oscense tal cual atestiguan algunos albaranes consultados: Fiscal, Linás de Broto, Rasal, Villalangua, Ansó, Aisa, Jaca o Sabiñánigo. No he podido aclarar cuantos obreros había en la sequería de Labati, pero se sabe que en enero de 1949 se pagaron 1.121,86 Pts en concepto de jornales.
Listilla confeccionada durante la construcción del sequero de Ansó, en 1955. Foto: Archivo Cartagra
            La presencia de estas instalaciones forestales permitió la generación de numerosos jornales que beneficiaron directamente a la población local pues resultaron ser un estupendo complemento a sus ingresos habituales derivados de su actividad principal en la agricultura y la ganadería. En nuestra provincia se contó también con sequeros en Ansó y Sarvisé. Estos sequeros ya comenzaron a generar beneficios en la zona donde se ubicaban desde el mismo instante del inicio de sus trabajos de construcción. Así, en el sequero de Ansó se invirtieron durante la primera quincena del mes de septiembre de 1954 un total de 9.970 Pts correspondientes a 176,5 jornales. Los apellidos de la gran mayoría de personas que aparecen en estas listillas corresponden claramente a hombres del valle del Ara tal y como delatan sus apellidos. Según las listillas consultadas, estos trabajos se extendieron durante cerca de dos años, 1954 y 1955. En función de las categorías, los jornales que se pagaban oscilaban entre las 85,70 Pts del capataz, 75 Pts del cantero, 60 de los albañiles, 34,30 de los obreros o las 21,43 Pts del pinche. Las obras de este sequero no debieron concluir hasta finales de 1955. Para concluir, señalar que por esas mismas fechas se estaba construyendo también el sequero de Sarvisé antes referido. De estos trabajos también he tenido oportunidad de consultar algunas de las listillas de jornales que difieren en bien poco de las anteriores (2).





Fuentes y bibliografía


(1) Patrimonio Forestal del Estado, Memoria-Resúmen 1940-1949
(2) Archivo Servicio Provincial de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente de Huesca