Carátula del documental sobre Camille |
El cuento en cuestión está basado en el contenido de mi
último trabajo audiovisual, un documental titulado Camille, el último oso autóctono del Pirineo, el cual fue presentado
en noviembre de 2012. Del mismo se realizó posteriormente una versión en
aragonés la cual fue presentada oficialmente en Zaragoza el pasado mes de
octubre de 2013, bajo el título de Camille,
o zaguer onso autotono d'os Perineus. No entraré a detallar el contenido
del mismo aquí pues entiendo que su título da bastantes pistas al respecto.
Pues resulta que por una serie de circunstancias que
acabarían siendo un tanto largas de explicar aquí, este documental fue
visualizado por una niña zaragozana de nueve años llamada Izarbe. Pocas fechas
después de haberlo visto, en el Colegio Cesaraugusta que es donde ella estudia,
convocaron el típico concurso de cuentos navideños. Izarbe, a quien conozco
desde hace ya unos cuantos años, decidió presentarse al mismo con un precioso
cuento en el que mezcla ese manido espíritu navideño con una increíble
sensibilidad que ya quisiéramos tener cualquiera de los demás mortales adultos.
Del contenido de este cuento emana también esa impronta inocente que sólo una
niña de su edad es capaz de conferir a un cuento. Me consta que Pili, su madre,
la ayudó a resolver alguna duda que otra conforme Izarbe iba dando forma y
contenido al mismo.
Debo confesar que cuando Nacho, el padre de Izarbe, me
envió el cuento me hizo mucha gracia semejante ocurrencia. En verdad era lo
último que me esperaba. Para nada había imaginado que alguien pensara en el oso
Camille como protagonista de un cuento navideño. Pero conforme leía las
primeras líneas, noté como la sonrisa inicial de mi rostro iba tornándose en un
gesto más serio y tenso. No me duele reconocer que al final de su lectura
acabé hasta emocionándome. Y podéis estar seguros que no fue porque Izarbe
decidiera por su cuenta y riesgo incluirme en este cuento como personaje. Fue
algo más importante y trascendente que eso. Debió ser esa mezcla de sorpresa,
de ingenuidad y sensibilidad o de no sé que más, lo que provocó en mi aquella
reacción.
Espero que a todos l@s que lo leáis os provoque una
reacción similar, o cuando menos, no os deje indiferentes. Aquí va el estupendo cuento de
Izarbe:
LA NAVIDAD CON CAMILLE
Camille era el último oso del Pirineo.
Hasta hacía pocos años vivía con su extensa familia de 30 miembros (padres,
hermanos, abuelos, tíos, primos, etc). Pero todos habían ido muriendo por el
frío, por el hambre y sobre todo por la persecución del hombre que se había
dedicado a disparar y a colocar cepos para cazar osos.
Eso hizo que Camille cada vez fuera más
desconfiado. En cuanto olía a hombre aunque fuera a kilómetros de distancia
salía despavorido.
En ese mismo Pirineo vivía, Carlos, un
agente de protección de la naturaleza cuya mayor ilusión era encontrarse con el
ultimo oso del Pirineo. Para eso ponía cámaras de video agarradas en los
árboles y pasaba noches enteras buscando al Oso.
El día de Navidad, Carlos antes de
comer, pensó en dar una vuelta por el bosque para coger piñas para adornar la
mesa. Cuando estaba a punto de volver a casa oyó un quejido lejano. Así que empezó a seguir el
sonido que había escuchado, sin pensar en la hora que era (sólo faltaba una
hora para que toda la familia fuera a su casa a comer).
Comenzó a subir por la Senda de Izarbe,
por donde Carlos sabía que había muchos animales. Cuando ya había recorrido
cinco kilómetros, vio que algo se movía entre las ramas, algo muy grande y
además peludo. Así que se armó de valor y se acercó al árbol donde había visto
que se movían las ramas. Cuando estaba a un paso del árbol vio a Camille, que
tenía una pata sangrando agarrada en un cepo.
Carlos tenía miedo de que al estar herido
Camille le atacara, pero sorprendentemente Camille parecía que le sonreía.
¿Cómo podía ser que un oso le sonriera? ¿Estaría viendo visiones? ¿Estarían
soñando? ¿Habría comido mucho turrón en Noche Buena y le habría sentado mal?.
Carlos, con mucho miedo, se acercó al él y
sacó de su mochila una venda y agua oxigenada. El oso alargó la pata para que
le curara. Lo que pasaba era que Carlos había estado tantas veces cerca de
Camille sin saberlo, que conocía el olor de Carlos y sabía que era bueno.
Mientras tanto la familia de Carlos estaba
preocupada porque no volvía, así que todos salieron a buscarlo por el monte,
sus gritos llegaron hasta Carlos y Camille y el oso se asustó y salió
corriendo.
Cuando la familia encontró a Carlos éste
les contó lo que había pasado y todos decidieron que a partir de ese momento el
día de Navidad saldrían en busca de Camille. Y Camille debió pensar lo mismo,
porque desde entonces todas las Navidades se encuentran en la Senda de Izarbe,
Carlos, su familia y Camille y allí comen miel (que es lo que más le gusta al
oso), turrón, mazapán y dátiles. Y si vais por esa Senda el día de Navidad
encontraréis una celebración Navideña muy original, donde el hombre y el oso
por fin son amigos.
Izarbe
López Villellas
Y qué me decís de la conclusión?... un lugar donde el
hombre y el oso por fin sean amigos¡¡¡¡ Ójala el espíritu navideño se vendiera
en cápsulas y se lo pudiéramos recetar a más de un talibán perinenco de esos
que ni tan siquiera están dispuestos a hablar y reconocer lo que siempre ha venido sucediendo en el
Pirineo: la convivencia "normal" entre hombres y osos. Me temo que si
eso llegara a hacerse realidad dicho espíritu sería de todo menos navideño pues
perdería su esencia como tal así como su capacidad de transformar a las personas.
PD:
Por cierto, Feliz Navidad y un venturoso 2014 a quienes osáis leer este blog.
Un abrazo de onso
para tod@s.
Felizes fiestas ta tú, ta Izarbe y ta Camille siga en do siga.
ResponderEliminarEstarba prou más feliz o Perineu con más onsos e menos talibans escopeteros.
Salú ta toz.
O mesmo pa tu zagal, a minchar turron i a beber sin parar. Mientras asperar a que amanezca bel diya bel onso por aquestas montañas perinencas...
Eliminarbien bonico lo cuento de Izarbe. Falta ferá que iste sol nuebo que prenzipia a medrar bienga con más chustizia y menos capitalismo, con más sentiu y menos escopetero.
ResponderEliminaralabáu siga, que os espiritus del bosque te sientan zagal...
ResponderEliminarMuchísimas gracias Izarbe por tu dulce cuento, por enseñarnos que sólo con la linda imaginación de una niña de 9 años, se podría cambiar la fea realidad del mundo. Y quizás si se puede... Que bonito sería que siguiendo sus pasos, por tu senda mágica, pudiéramos, algún bello día, descubrir, juntos en perfecta armonía, a Camille, ese oso tan goloso, y a los APN que lo curan y alimentan. Felicidades...
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