viernes, 10 de enero de 2014

El carácter social



            En los anteriores posts he hablado solamente de diferentes cuestiones de carácter humano derivados de los trabajos de hidrología realizados en la ribera del Río Gállego. Pero en todos esos trabajos descritos hasta ahora debe señalarse que también hubo un evidente aspecto social que no debe pasarse por alto. A su vez, dentro de este contexto pueden distinguirse hasta dos claras vertientes.

            En primer lugar hay que resaltar el indudable aspecto social de estos trabajos pues su ejecución durante el tiempo que los mismos duraron, supuso la contratación continua de un buen número de obreros locales. Durante mucho tiempo los albañiles, los peones o los canteros salieron básicamente de los pueblos del entorno donde se ejecutaron aquellos trabajos. Aquella circunstancia permitió incluso la especialización de algunos empleos. Esto sucedió hacia 1915-20 con el oficio de cantero pues un número indeterminado de vecinos de Biescas, además de especializarse en este empleo, consiguieron que su buen hacer llegara a ser reconocido incluso más allá del ámbito local. El trabajo de aquellos canteros llegó a ser muy bien valorado hasta en la vecina Francia donde también fueron contratados en más de una ocasión debido a la calidad de sus trabajos. Años más tarde y a raíz de un documental que realicé en 2007 (1) sobre las obras de hidrología efectuadas en la ribera del Río Gállego, tuve la oportunidad de hablar detenidamente con diferentes obreros. Todos ellos intervinieron directamente en esas obras y tras hablar detenidamente con ellos pude comprobar, a pesar de los años transcurridos, las difíciles condiciones en las que debieron cumplir con sus respectivos cometidos. Todos ellos eran procedentes de los pueblos de los alrededores y recurrieron a estos trabajos para conseguir complementar sus precarias economías.
De izquierda a derecha: Vicoriano Campo de Biescas fue mulero, Luis Escolano de Oliván trabajó como peón, Hilario Ainsa se encargó de llevar las listillas de los jornales de todos los obreros, Agustín Otal de Barbenuta fue cantero y Gregorio Isábal de Orós Bajo trabajó como peón. Fotos: Archivo Cartagra


            En cambio años más tarde, a partir de 1965, la situación fue bien diferente. Para esas fechas se había comenzado a construir en el término municipal de Sallent de Gállego las pistas de esquí de Formigal. Derivado de aquella situación, se inició también la construcción de los primeros hoteles para alojar a los esquiadores que habrían de llegar de fuera. Esa circunstancia supuso que todos los canteros de la comarca estuvieran empleados en estas obras. Por ese motivo, los responsables del Patrimonio Forestal del Estado (PFE) encargados de la construcción de distintas obras de hidrología en la zona, se vieron obligados a buscar canteros fuera. Así fue como acabaron trayendo canteros gallegos para poder acometer obras como un dique de corrección hidrológica que se construyó en el Río Aurín. Además, los responsables del PFE se vieron obligados a igualar los jornales que pagaban en aquellas obras pues de lo contrario los gallegos también hubieran acabado trabajando en el Valle de Tena.


            En cualquier caso y para cerrar esta vertiente social, cabe señalar que todos los jornales proporcionados tanto por la 6ª División Hidrológico Forestal, como por la Brigada de Hidrología del PFE, supusieron un complemento económico vital para aquellas economías familiares basadas principalmente en una agricultura y ganadería poco rentables que a su vez exigían mucha dedicación. Ese complemento económico se prolongaría durante unos cuantos años más, hasta principios de los años 70 del siglo XX, debido a los trabajos de repoblación forestal que también acometió en esta zona el PFE. La importancia de estos trabajos forestales fue claramente mayor que el de las obras de hidrología y los mismos serán abordados en futuras entregas.


            Pero volvamos a los trabajos de corrección hidrológico forestal realizados en la cuenca del Río Gállego para hablar de una última vertiente social derivada de los mismos. Esta mantiene puntos en común con al menos seis de los trabajos descritos en posts anteriores. Una buena parte de la justificación de aquellos trabajos vino condicionado por el peligro que corrían distintos pueblos de esta zona, pues si no se tomaban medidas urgentemente, el avance de los diferentes procesos erosivos podía implicar un serio riesgo para hasta seis pueblos diferentes. En esa situación se encontraban durante el periodo abarcado para los trabajos aquí descritos los pueblos de Biescas, Escuer Alto, Arguisal, Orós Bajo, Oliván y Berbusa.


            Para el caso de Biescas fueron las riadas y desbordamientos del Barranco Arratiecho las que pusieron en más de una ocasión en peligro ya no sólo la integridad de la huerta de Biescas, también algunas de sus construcciones más perimetrales. El ingeniero Ayerbe llegó a escribir como si no se ponía remedio cuanto antes a esa situación, en un plazo breve de tiempo también correrían riesgo las construcciones de Biescas más cercanas a este cauce. Ese riesgo era ya mucho más evidente en el caso de Escuer Alto pues alguna construcción levantada al pie de uno de los afluentes en la cabecera del Barranco Escuer ya había producido a principios del siglo XX desperfectos en varias construcciones. De hecho, este es el único caso de los seis citados en el que se llegó a materializar el traslado completo de sus habitantes hasta un pueblo de nueva construcción emplazado aguas abajo de dicho cauce. Arguisal por su parte también corrió serio peligro de ser afectado por la acción erosiva del cauce del mismo nombre. En este caso se consiguieron las partidas presupuestarias necesarias y los trabajos se acometieron rápidamente pudiendo detener a tiempo el avance de aquél proceso erosivo. La dimensión de los trabajos allí realizados en su día ha quedado a la vista recientemente tras unos sencillos trabajos de desbroce realizados sobre su cauce.
         Obreros en los trabajos de canalización del Barranco Arguisal hacia 1916.           
 Foto: Archivo Cartagra
 Trabajadores de SARGA durante el desbroce del Barranco de Arguisal realizado en diciembre de 2013. Foto: Archivo Cartagra
Otra vista del mismo cauce una vez eliminada la vegetación arbustiva que ocultaba los muros y diques construidos. Foto: Archivo Cartagra
                En los casos de Orós Bajo y Oliván el riesgo para la integridad de sendos núcleos no llegó a ser tan evidente como en los anteriores. Sin embargo, los ingenieros redactores de sendos proyectos de restauración no dudaron en señalar a lo largo de su contenido la necesidad de afrontar cuanto antes esos trabajos. La capacidad erosiva de cualquiera de estos dos cauces como consecuencia de una crecida era difícil de prever por lo que cuanto antes se contara con esos diques construidos sobre el terreno, mejor que mejor. Finalmente aquellos diques fueron levantados tal y como los proyectos contemplaron y a fecha de hoy esos cauces están totalmente corregidos y los núcleos de Orós Bajo y Oliván libres de todo riesgo.
Vista del pueblo de Oliván y a su derecha el Barranco Pasata. El dique se construyó en la parte inferior de su trazado. Fotografía: Archivo Cartagra

             Un caso bien diferente fue el caso de Berbusa pues a pesar de ser aprobado el proyecto de corrección del conocido como Barranco del Lugar, este nunca se llegó a ejecutar. Cabe recordar que el trazado del mismo partía el pueblo en dos barrios y ya se habían visto afectadas varias construcciones de este núcleo. A pesar de que en 1951 se llegó a librar el dinero contemplado en el proyecto, las obras en cuestión no se llegaron a ejecutar. Seguramente ese dinero se destinó a otros cometidos que se desconocen pues en diciembre de 1944 el PFE ya había recibido un escrito firmado por ocho vecinos de Berbusa ofreciendo a ese organismo la venta de todas las propiedades de este pueblo. Dicho pueblo fue finalmente comprado por el PFE un 29 de febrero de 1952 por un montante total de 1.350.000 Pts. Así pues, dado que aquella venta suponía la obligación de sus habitantes de abandonar este pueblo, la petición realizada por los mismos en 1948 de corregir el cauce del Barranco del Lugar, dejó de tener sentido. El transcurso del tiempo nos ha permitido comprobar como, aun a pesar de no haberse llegado a ejecutar en esa zona ninguna obra, la erosión apenas avanzó. De hecho, en la actualidad siguen en pie las construcciones que en su día llegaron a verse amenzadas por las crecidas de este cauce.   
Aspecto actual del Barranco del Lugar que dividía el núcleo de Berbusa en dos barrios. Foto: Archivo Cartagra

Aspecto que presentaba el Barranco del Lugar hacia 1950-55. Foto: Archivo Cartagra
Aspecto que presenta la misma zona en la actualidad, totalmente cubierta de vegetación crecida de forma espontánea. Foto: Archivo Cartagra

            Así pues, y para ir concluyendo, creo que tras lo dicho resulta bastante evidente el beneficio social directo de las obras relacionadas en este post. Hay que recordar además que el resto de trabajos hidrológicos no mencionados en este post también proporcionaron un innegable beneficio social indirecto que tampoco creo que sea necesario explicar en detalle aquí.


Fuentes y bibliografía:

(1): Piedras y Penas en tiempos del Patrimonio; Oliván,2007.

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