La importancia que durante un buen periodo de tiempo se dio a la organización y celebración de esta fiesta queda bien demostrada, además de lo reseñado en los posts anteriores, en el contenido del presente post. En él se hace un resúmen de las numerosas disposiciones de carácter nacional que los diferentes gobiernos llegaron a promulgar regulando esta celebración.
La Fiesta del Árbol como tal fue instaurada en nuestro país de forma oficial a través de un Real Decreto fechado un 11 de marzo de 1904. En su primer articulado se decía que además de los fines educadores, también se perseguía "...la siembra o plantación de árboles en un trozo de monte público o en un lugar adecuado de sus cercanías, la formación de alamedas o plantaciones lineales a lo largo de los caminos y los cursos de agua...". Las autoridades, corporaciones o particulares que desearan organizarla deberían organizarse en juntas locales. En las mismas debían participar también ingenieros de montes de los distritos forestales, el alcalde, el médico y hasta "...el cura párroco, el Maestro de escuela de mayor categoría y el primer contribuyente". Los responsables de los distritos forestales debían facilitar esa organización aconsejando a las juntas locales la ubicación más adecuada y las especies a plantar más aparentes. A su vez, estos mismos hombres debían de intentar garantizar la disponibilidad de plantas suficientes con la puesta en marcha de nuevos viveros o la potenciación de los ya existentes.
Como forma de espolear la actividad de esas juntas
vecinales, aquella disposición contempló que por cada 500 pies de especies
arbóreas plantadas en el marco de esta fiesta que salieran adelante, los
precursores de la fiesta serían premiados. Si las plantas empleadas hubieran sido
obtenidas gratuitamente, la gratificación sería de 50 Pts para la junta. Si las
plantas o semillas empleadas hubieran sido pagas con recursos propios el premio
ascendería a las 75 Pts. Con ese dinero se debían cubrir los gastos originados
en la organización así como para premiar "...a los niños que más se hubieran distinguido por su amor al arbolado".
Pero aquél capítulo de premios también contempló la posibilidad de distinguir
tanto a los Alcaldes, Curas, Maestros, Asociaciones de Amigos de la Fiesta del
Árbol y particulares, que más se distinguieran en la organización de esta fiesta. Hasta la fecha no se conseguido localizar ninguno de esos listados ni se ha podido averiguar cual era el porcentaje de los árboles plantados que conseguían arraigar.
La Fiesta del Árbol como tal fue instaurada en nuestro país de forma oficial a través de un Real Decreto fechado un 11 de marzo de 1904. En su primer articulado se decía que además de los fines educadores, también se perseguía "...la siembra o plantación de árboles en un trozo de monte público o en un lugar adecuado de sus cercanías, la formación de alamedas o plantaciones lineales a lo largo de los caminos y los cursos de agua...". Las autoridades, corporaciones o particulares que desearan organizarla deberían organizarse en juntas locales. En las mismas debían participar también ingenieros de montes de los distritos forestales, el alcalde, el médico y hasta "...el cura párroco, el Maestro de escuela de mayor categoría y el primer contribuyente". Los responsables de los distritos forestales debían facilitar esa organización aconsejando a las juntas locales la ubicación más adecuada y las especies a plantar más aparentes. A su vez, estos mismos hombres debían de intentar garantizar la disponibilidad de plantas suficientes con la puesta en marcha de nuevos viveros o la potenciación de los ya existentes.
Portada de otro de los libros publicados sobre el tema a principios del Siglo XX. Foto: Archivo Cartagra |
El transcurso del tiempo se encargó de demostrar a los
gobernantes del momento cual fue la cruda realidad al respecto. La acogida no
fue la esperada pues debieron ser minoría los pueblos en los que se organizaba
y celebraba esta fiesta. Además, en los pocos lugares donde se organizaba
tampoco se conseguían cubrir los propósitos como consecuencia, principalmente, de
la falta de recursos. Para intentar menguar en la medida de lo posible aquella
situación se llegó a promulgar en diciembre de 1912 hasta una real orden donde
se reguló la concesión de subvenciones para este fin.
Tras el transcurso de pocos años más, se constató
nuevamente el escaso interés que esta fiesta despertaba en la mayoría de la
sociedad española. Esto sucedía así aun a pesar de que tanto políticos como
pensadores del momento realizaron importantes esfuerzos en la necesidad y divulgación
de los propósitos antes descrito. El propio Joaquín Costa publicó en 1912 su
libro El Arbolado y la Patria al cual
me referí más extensamente en un post
anterior. A la vista de que la situación sobre este particular no avanzaba, y a propuesta
del Ministro de la Gobernación del momento, José Sánchez Guerra, el Rey Alfonso
XII firmó un 5 de enero de 1915 un decreto nuevo sobre el asunto. En su primer
artículo dispuso como obligatoria la celebración de esta fiesta en cada término
municipal. La fecha debería ser fijada por el propio ayuntamiento quien a su
vez debía decidir también qué funcionarios, asociaciones o entidades deberían
ser invitadas a dicha fiesta. Esta norma también obligaba a todas las
corporaciones a contemplar en sus presupuestos anuales una cantidad determinada
para cubrir los gastos que su organización acarreara. Los secretarios de cada
ayuntamiento estaban también obligados a enviar al gobernador una completa memoria
por duplicado recogiendo todo cuanto fuera menester con motivo de esta fiesta. Los gobernadores a su vez debían de remitir todas la memorias recibidas a la Dirección
General de Agricultura.
A finales de abril de 1924 otra real orden fijó una nueva
obligación para los ayuntamientos españoles: "Su Majestad el Rey (q.d.g.) se ha servido disponer que por los
Ministerios de la Gobernación y Fomento se dicten las oportunas instrucciones
para que todos los Ayuntamientos de España procedan, sin excepción, a la
plantación mínima anual de 100 árboles... siendo al propio tiempo la voluntad de S. M. se excite el celo de los
delegados gubernativos para que presten la atención que por su interés e
importancia requiere el cumplimiento de este servicio".
Capítulo dedicado a las advertencias que debían seguir durante la celebración de esta fiesta. Foto: Cartagra |
Aunque no llegó a quedar publicado en la Gaceta de
Madrid, también se tiene constancia de la redacción de una serie de advertencias que debían de tenerse en
cuenta a la hora de organizar y celebrar la Fiesta del Árbol. Llama la atención
el contenido de alguna de ellas como por ejemplo la segunda que recoge lo
siguiente: "El lugar de la
plantación estará adornado, en el día de la Fiesta, con gallardetes, follaje,
banderas, etc., para dar mayor animación y colorido al cuadro e impresionar la
imaginación de los niños". O la quinta: "Habrá pocos discursos y estos serán breves, pudiéndose substituir por
hojas impresas con máximas forestales". Estas recomendaciones también
señalaban que al finalizar el acto, todos los niños debían cantar a viva voz el
himno oficial de la fiesta. Y hasta el Himno del Árbol cuya letra fue escrita
por Manuel Banzo y la música por Daniel Montorio:
Cavemos hondo todos a una,
los hoyos cuna
tienen que ser...
Cavemos hondo la raíz en la tierra,
sólo se encierra por
renacer...
Árbol hermano finca tu planta,
la tierra es santa madre del amor...
Y abre a los cielos tu verde manto,
rece en ti el canto del ruiseñor...
Somos
los dos chicos,
primavera empieza...
voy en tu corteza mi vida a escribir.
Y
cuando a la muerte,
tembloroso aguarde,
me vendré a morir...
Junto a ti una
tarde
Vista parcial de la partitura con el Himno del Árbol que incluye uno de los libros consultados. Foto: Archivo Cartagra |
En el próximo post continuaré hablando de la Fiesta del Árbol aunque será desde una perspectiva bastante más local. Tras haber realizado un repaso por las principales disposiciones que regularon a nivel nacional esta cuestión, en la próxima entrega podremos comprobar qué fue lo que se hizo o se dejó de hacer en la práctica a lo largo y ancho de nuestra provincia.
Fuentes y Bibliografía:
- La Fiesta del Árbol; edicción facsímil de la Fundación Joaquín Costa y el Instituto de Estudios Altoaragoneses. Huesca, 1997.
- La Fiesta del Árbol; Ezequiel Solana. Editorial Magisterio Español, Madrid, 1927.
Fuentes y Bibliografía:
- La Fiesta del Árbol; edicción facsímil de la Fundación Joaquín Costa y el Instituto de Estudios Altoaragoneses. Huesca, 1997.
- La Fiesta del Árbol; Ezequiel Solana. Editorial Magisterio Español, Madrid, 1927.
Seria posible tener la partitura completa del himno del árbol ?
ResponderEliminarGracias
Muchas gracias tocayo Me llamó Carlos Luengo y estamos desarrollando un proyecto de reinstaurar la Fiesta del Árbol en madrid, me ha servido de gran ayuda el texto para el proyecto, Ah pertenezco a la Asociación Trepa(Trabajadores especializados en poda y arboricultura en la que llevamos 18 años difundiendo la cultura del árbol y hemos relizado más de 50 fiestas del árbol por toda nuestra geografía. mi email es cardendrolatra@gmail.com por si quieres que estemos en contacto
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBuenos días, en el año 1932 mi bisabuelo Agapito López Varona (Villanueva de Argaño-Burgos) escribía en su diario:
ResponderEliminarHoy es la Fiesta del árbol. A los niños de la escuela se los obsequió con clarete y pastas. A los oradores y Ayuntamiento con un refresco.
Me parece extraordinario tu artículo y con tu permiso voy a citar varios párrafos en mi blog www.diariodegarhanno.blogspot.com
Un saludo... Luismi García
Espectacular, escribiendo un articulo sobre el dia de la fiesta del arbol en Estadilla, he encontrado este blogs, felicidades por el mismos. En mi articulo he puesto una "cuña" diciendo "Un blog que merece la pena leer por esta historia de la fiesta del Árbol y por el resto de su contenido" y he puesto un enlace a su blog
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