Una vez publicadas en el BOE las
disposiciones mentadas en las anteriores entradas ya puede decirse que la
suerte estaba echada para un buen número de pueblos del Prepirineo oscense.
Pero aún habrían de aparecer nuevas publicaciones en este diario oficial que
servirían para dejar bien atados los planes forestales de aquél gobierno
autoritario. En previsión del posible rechazo a aquellos planes por parte de un
número de vecinos que entonces no se conocía muy bien, se decidió declarar el
interés público de los trabajos de repoblación así como la necesidad y urgencia
de su ocupación. A lo largo de los años de máximo apogeo del PFE en nuestra
provincia se publicaron un buen número de ellos. A continuación se relacionan
algunos de ellos (1):
- Decreto 11- Enero-1952: Afectó a montes
de las Sierras de Alcubierre y Lanaja.
- Decreto 5-Septiembre-1952: afectó
a montes de la comarca del Río Guarga.
- Decreto 6-Noviembre-1953: afectó a
montes de la finca "Solanilla" en Gésera.
- Decreto 8-Julio1955: Afectó a la "Pardina
Isábal" en término municipal de Barbenuta
- Decreto 21-Julio-1955: Montes en la zona de Güé, en el término de Larrés.
- Decreto 13-Mayo-1955: afectó a
montes dentro de los términos de Bescós de la
Garcipollera, Acín y Castiello de
Jaca.
- Decreto 22-Septiembre-1955: Afectó
a montes del término municipal de Latre.
- Decreto 18-Noviembre-1955: Afectó
a montes en los términos de Guasa, Espuéndolas y
Cartirana.
- Decreto 25-Noviembre-1955: Afectó
a montes de Tierra de Biescas incluídos dentro de
los términos municipales de
Escuer, Senegüé y Oliván.
- Decreto 9 de diciembre de 1955: Afectó a
montes situados en los términos de Boráu y
Castiello de Jaca.
- Decreto 22-Enero-1956: Afectó a
los montes "Castillo de Orús", "San Juan Bajo" y "La
Galocha", en el término de Cuarte, Huesca y Almudévar.
- Decreto 14-Mayo-1956: Afectó a
montes en los términos de Guasillo, Caniás y Araguás
del Solano.
- Decreto 8-Febrero-1957: Afectó a
los montes ubicados en los términos municipales de
Javierrelatre, Latre y
Latrás de Orna de Gállego.
- Decreto 21-Marzo-1958: afectó a
montes en los términos de Ayerbe, Sarsamarcuello y
Riglos.
- Decreto 11-Abril-1958: Afectó a
montes del término de Aquilué.
- Decreto 5-Septiembre-1958: Afectó
a montes en los términos de Mediano, Coscojuela de
Sobrarbe, Castejón de
Sobrarbe, Sta. María de Buil, Arcusa, Ainsa y Guaso.
Encabezado de uno de los numerosos decretos publicados en el BOE por el régimen franquista. Foto: Archivo Cartaga |
A
partir de ese momento bien podría decirse que todo cuando sucediera en los
mismos podría enmarcarse perfectamente dentro de una crónica de muerte ya
anunciada. Sin embargo, me da la sensación que la gran mayoría de los vecinos
afectados no fueron conscientes de la gravedad de aquella situación y sólo el
paso del tiempo y los acontecimientos se encargarían de mostrarles aquella
realidad. Lo cierto es que de esta situación tampoco he podido recabar ni
testimonios directos ni escritos que ayuden a interpretar en detalle cómo se
recibieron aquellas noticias, cómo se interpretaron o cómo las encajaron. Pero
llegaría un día en el que lo que hasta entonces habían sido rumores comenzaría
a hacerse realidad. Seguramente serían noticias llegadas desde un ayuntamiento
o la visita a la zona de algún ingeniero de montes con las novedades en
cuestión. Había llegado el momento que seguramente una gran mayoría no debía
querer que llegara. Pero también hay que señalar aquí, que también fueron
numerosos vecinos los que veían con buenos ojos la posibilidad de dejar el pueblo
para ir a vivir a otro lado.
No resulta difícil ponerse en lugar de
cualquiera de los cabeza de familia de aquellas casas en aquél momento tan
crucial. Por su cabeza debieron pasar mil y un recuerdos que se remontarían
varias generaciones atrás, recuerdos que les fueron transmitidos por sus padres
y por su abuelos. La trayectoria seguida desde hacía décadas hasta llegar a ese
momento prácticamente había sido idéntica para todas las familias de los pueblos
afectados: trabajo duro y sacrificado en un contexto de autosuficiencia, pelea
constante para sacar la familia adelante, escasez cuando no falta de dinero,
obtención del máximo provecho de los campos de cultivo y de las reses, etc. A
partir del punto de inflexión que supuso la aprobación de aquellas
disposiciones, las perspectivas y los planteamientos resultaron ser variados.
Los planes de futuro para aquellos amos
comenzaron a tomar derroteros que acabaron resultando prácticamente opuestos si
bien los mismos quedarían reducidos básicamente a dos clases.
Por un lado estarían aquellos que veían
con buenos ojos la opción de vender sus propiedades al PFE. Para todos ellos la
primera duda a aclarar era la cuestión económica. Es decir, necesitaban saber
cuánto dinero iban a percibir por la venta de sus fincas tanto de cultivo como
de monte. Deseaban que la cantidad que pudieran obtener habría de ser
suficiente como para poder emprender una nueva vida en otro lado. En el
objetivo inmediato de muchos de los que se posicionaron a favor de vender yacía
la posibilidad de irse a vivir a alguno de los incipientes núcleos industriales
que habían aparecido en la provincia oscense desde principios del siglo XX como
eran Sabiñánigo o Monzón. Otros tampoco tuvieron ningún reparo en fijar su
objetivo en ciudades más alejadas como Huesca, Lérida, Zaragoza o incluso Barcelona.
Alguno de aquellos amos tenía la
referencia cercana de algún soltero o tión
que ya había abandonado la unidad familiar hacía un tiempo quien se había
instalado en alguna de esas ciudades. Por este motivo veían muy atractiva la
oportunidad de dejarlo todo atrás, cambiar por completo el esquema y pasar a ganarse
la vida cobrando un jornal fijo cada mes. Un jornal que obtendrían a cambio de
una jornada de trabajo que tenía hora de inicio y de finalización y no jornadas
interminables de sol a sol que era lo único que ellos conocían hasta entonces (2).
Con el dinero obtenido por la venta de sus
terrenos podrían adquirir en propiedad o bien en alquiler -de patrona- una casa que seguramente reuniría unas condiciones de
habitabilidad muy superiores a las de sus casas del pueblo. Pero además de esa
capitalización a costa de su patrimonio, también tendrían garantizado un acceso
rápido al médico en caso de enfermedad y dejarían atrás aquellas largas y
penosas esperas hasta que el médico llegaba a lomos de un burro tras varias
horas de camino. Y no menos importante para aquellos cabezas de familia sería
la cuestión de la educación de sus hijos pues podrían garantizarles su
asistencia al colegio y completar cada curso escolar sin interrupciones. Hasta
entonces la escolarización habría sido seguramente muy precaria. O bien tenían
que desplazarse los niños caminando hasta la escuela del pueblo vecino, o bien
durante varios meses del curso no habría escuela por falta de maestra debido a
causas varias. En otros muchos casos, aun habiendo maestra, los hijos de
aquellos amos debían ayudar en las tareas de casa las cuales solían ser
prioritarias frente a la asistencia a la escuela.
En el otro lado de la balanza estarían
todos aquellos que no querían abandonar el pueblo y defendían a ultranza
continuar viviendo del mismo modo que lo habían realizado las últimas
generaciones de sus casas. Era lo que siempre habían venido haciendo, y al
mismo tiempo, lo único que sabían hacer por lo que ellos querían seguir ganándose
la vida gracias a la agricultura y a la ganadería. No veían con buenos ojos la
posibilidad de abandonar el pueblo y vivir en un nuevo sitio ganando un jornal
en la industria, en la construcción o cualquier otro sector. No concebían de
ningún modo la idea de cerrar definitivamente la casa que les había visto nacer
y crecer pues era donde querían seguir criando a sus hijos. Deseaban seguir
haciéndose cargo de unas casas que tanto esfuerzo les había costado mantener e
incluso ampliar conforme lo habían requerido las necesidades. Seguramente que
los amos de esas casas también
estarían condicionados en buena medida por la opinión de sus padres quienes posiblemente,
debido a su edad, tampoco debían ser partidarios a sus años de abandonar del
pueblo y marchar vete tú a saber dónde.
Fuentes y Bibliografía:
(1): Fondo Documental del Monte; Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente, Madrid.
(2): Pinos y Penas en tiempos del Patrimonio; Carlos Tarazona Grasa, 2006.
(1): Fondo Documental del Monte; Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente, Madrid.
(2): Pinos y Penas en tiempos del Patrimonio; Carlos Tarazona Grasa, 2006.
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