viernes, 30 de agosto de 2013

Casi cien años...

      Aunque pueda parecer mentira, es casi un siglo el tiempo que separa a estas dos fotografías. La antigua fue realizada seguramente por Pedro Ayerbe en junio de 1929. La otra la hice yo mismo ayer por la mañana intentando buscar un encuadre los más parecido posible al original. Contemplo de forma alternativa las dos y empiezo a imaginar cuantas cosas han debido suceder durante la última centuria en estos parajes. Algunas simplemente me las imagino o las intuyo. Otras más trágicas vividas en primera persona sobre el cauce del Barranco de Arás y aunque vaya en contra del espíritde este blog, por esta vez prefiero no recordarlas ni contarlas.
Foto original tomada en junio de 1929 por Pedro Ayerbe. Foto: Colección Tomás Ayerbe
Foto de la misma zona en la actualidad. Foto Archivo Cartagra
Anagrama de la 6º División Hidrológico-Forestal
Foto: Archivo Cartagra
Pocos años después de ser tomada la vieja foto comenzaron los trabajos de canalización del tramo final de este barranco. Las obras sobre este cauce ya se habían iniciado a principios del siglo XX en su tramo medio. Fueron trabajos realizados a instancias de la administración central y su ejecución fue encomendada a la 6ª División Hidrológico-Forestal con sede en Zaragoza. Los trabajos de corrección de este cauce se iniciaron en 1907 y se prolongaron durante más de 50 años en los que se llegaron a construir un total de 31 diques transversales de diferentes dimensiones y diseños. A partir de 1941 sería el Patrimonio Forestal del Estado el encargado de seguir con estas obras. Todos los diques eran de mampostería hidráulica, es decir, a base de piedras extraídas del cauce a corregir y unidas con abundante cemento. Durante todos esos años además de los diques también se realizaron repoblaciones forestales como complemento a los diques, se construyeron gaviones, se realizaron enfaginados sobre pendientes laderas y se construyeron varios caminos que aún existen en la actualidad. La finalidad última de los mismos no fue otra que la de estabilizar las laderas de todo su cauce y evitar al máximo posible los arrastres derivados de la erosión presente en las mismas. Con ellos también se pretendía evitar de forma definitiva los cortes de la única carretera que llegaba hasta Biescas, la actual N-260.
La pala y el carretillo, principales útiles
en este tipo de obras. Foto: Cartagra
En estos trabajos intervinieron infinidad de peones provenientes en su mayoría de pueblos de los alrededores, quienes de esta forma, consiguieron unos anhelados jornales que sirvieron para complementar sus maltrechas economías. A su vez, fueron jornales que requirieron de un gran sacrificio pues debieron realizarse íntegramente a base de pico y pala para cavar los cimientos de los diques; para arrastrar las grandes piedras se emplearon esturrazos tirados por potentes machos; para transportar piedras se usaron parihuelas o baluartes llevados entre dos o más personas, etc. En la siguiente entrada hablaré con más detalle sobre los trabajos realizados en este cauce.
He tenido la suerte de conocer a alguno de aquellos aguerridos trabajadores y preguntarles personalmente por muchos detalles de esos trabajos o sobre las condiciones en las que tuvieron que llevarlos a cabo. ¡Eso sí que era tener aguante y capacidad de sufrimiento¡. Gracias al testimonio de algunos de aquellos hombres, Miguel Azón y Gregorio Isábal de Orós Bajo, Agustín Otal de Barbenuta, Hilario Ainsa y Victoriano Campo de Biescas , o Santos Cavero de Canfranc, en su día pude realizar un documental sobre las obras de hidrología que se construyeron en diferentes cauces tanto de la ribera del río Gállego como del vecino valle del río Aragón. Aquél trabajo llevó por título Piedras y Penas en tiempos del Patrimonio (1) y supuso un repaso a las numerosas obras de hidrología realizadas en ambos cauces las cuales siempre han sido unas grandes desconocidas para una gran mayoría de la población local. Me consta que este documental sigue siendo el único realizado hasta la fecha que aborda esa temática y quien no lo conozca y así lo desee, puede ver una parte de su contenido a continuación:
Pero observando las fotos también podemos interpretar muy fácilmente las consecuencias del paso del tiempo. La vegetación que nos muestran una y otra evidencian una evolución natural que solo la proporciona el discurrir de los años. Lenta pero de forma inexorable, los campos abancalados de Mundarrey -a la izda. sobre la foto antigua de más arriba y justo detrás de la yegua- tras dejar de ser cultivados comenzarían a ser invadidos por especies arbustivas. Buchos, zarzas, artos, gabarderas y arizones irían dando paso de forma progresiva a plántulas de pinos que aparecieron por regeneración natural favorecida por la presencia de otros pinares no muy alejados. La exposición noreste de esta ladera y la escasa intervención humana  sobre esta la misma, favorecieron en gran medida el proceso que nos ocupa hasta alcanzar el aspecto actual. Algunas de las evidentes zonas erosionadas se han reducido considerablemente, otras casi han desaparecido por completo. En la actualidad toda la ladera de Mundarrey está cubierta por un tupido bosque de pino silvestre con un estrato arbustivo compuesto principalmente por boj y arizón. Este conjunto de vegetación es la mejor arma para combatir la erosión.
Algunas de las personas que en su día trabajaron en las obras de
 hidrología de la ribera del río Gállego. Foto: Archivo Cartagra
Circunstancias naturales fueron también las que propiciaron unas fuertes tormentas en toda la cuenca de recepción del Bco. Arás. Fue un 7 de agosto de 1996 y como consecuencia de aquél fenómeno de lluvias torrenciales se formó una gran riada con una enorme capacidad erosiva. A raíz de la misma, la mayor parte de los diques de este cauce resultaron seriamente dañados o destruidos. Cuando el agua volvió a su cauce resultaba casi increíble comprobar como la capacidad destructiva que este líquido elemento había podido con unas obras que hasta ese momento habían sido todo un referente a nivel nacional e internacional. A partir de 1997 diferentes administraciones y empresas públicas -Gobierno de Aragón, Ministerio de Medio Ambiente, Tragsa y Tragsatec- se pusieron manos a la obra y tras más de cinco años de intensos trabajos, este cauce quedó nuevamente corregido mediante 28 diques, la mayoría de ellos totalmente nuevos. En total se invirtieron 2.294 millones de pesetas (13,7 millones de euros) para costear el movimiento de miles de metros cúbicos de tierra y áridos, de hormigón ciclópeo, de encachado de soleras o más miles de metros cuadrados de encofrados o de muros de mampostería hidráulica. 
Construcción de un nuevo dique en el Bco. de Arás en 1997. Foto: J. Nicolás Rodríguez
 En futuras entregas se hablará de los trabajos realizados durante esa misma época en otros cauces tanto del valle del Gállego como del valle del Aragón.


Bibliografía y fuentes:
(1): Documental "Piedras y Penas en tiempos del Patrimonio"; Carlos Tarazona Grasa, 
 Olibán, 2007.

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