Prometí hablar con más detalle de
las obras realizadas en el Bco. de Arás y a ello me dispongo. Hay que matizar
que me referiré solamente a las obras originales realizadas a partir de 1907 y
que concluyeron a principios de 1970. Los diques actuales corresponden a la
reconstrucción casi integral que sufrió este cauce como consecuencia de la
grave riada acaecida sobre el mismo un trágico 7 de agosto de 1996. Antes de acometer tales trabajos y según cuentan escritos de la época, en el tramo final de este cauce llegaron a verse bloques de piedras cuyo volúmen calculado fue de 80 metros cúbicos y algunas de hasta 100. Estas piedras habían sido desplazadas por alguna de las riadas habidas sobre este cauce y nos da una idea bien aproximada de la capacidad erosiva del mismo. Con cada crecida estaba garantizado el corte de la carretera que conducía al Valle de Tena y al Balneario de Panticosa. El propio ingeniero Pedro Ayerbe sufrió tales cortes en al menos un par de ocasiones llegando a perder incluso su equipaje en una de ellas (1). El primer
dique que se construyó tuvo 8,40 m en su parte más elevada, 3,50 m de espesor
en su base y más de 40 m de longitud. Las dimensiones del mismo ya dejaron entrever claramente el
decidido empeño de la 6ª División Hidrológico-Forestal por acometer tan
ambiciosa obra. Tal extremo quedó refrendado con la visita a las mismas en 1913
del mismísimo Director General de Agricultura, Minas y Montes del momento, D.
Texifonte Gallego.
Foto del primer dique construído en el Bco. Arás, hacia 1908. Foto: Colección Tomás Ayerbe |
Cabe señalar que después de
aquella visita a Arás dicho cargo marchó a inaugurar nada menos que el Embalse
de La Peña, construido aguas abajo del cauce principal en el que desembocaba
este barranco. Fue precisamente la presencia de este embalse en aguas del Río
Gállego el que justificó en gran medida la ejecución de las obras que ahora nos
ocupan. Las laderas descarnadas de la mayoría del cauce del Arás eran la mejor
garantía para que la erosión aumentara su presencia de forma descontrolada. Con
ella, numerosos arrastres sólidos habrían de llegar más pronto que tarde hasta
ese embalse y esa circunstancia había que evitarla a toda costa. Tales
arrastres depositados en el fondo de La Peña reducirían considerablemente su
capacidad de retención de agua y no podían permitir que una obra con un coste
tan elevado sufriera ningún tipo de merma.
Trabajos de canalización del tramo final del Bco. Arás, hacia 1910. Foto: Colección Tomás Ayerbe |
Canalizacíon del Bco. Arás en la actualidad. Foto: Archivo Cartagra |
El otro argumento de los trabajos sobre el Bco. Arás ya quedó señalado en la anterior entrada y tuvo por objeto garantizar la integridad de forma indefinida del trazado de la carretera que llevaba hasta Biescas. En más de una ocasión como consecuencia de las crecidas dicha carretera tuvo que ser cortada. Ah¡ lo cierto es que no me acordaba pero debo reconocer que sí que tengo más información sobre el accidente de La Tensina acaecido en 1929 y cuya foto incluí en la presentación de mi Blog. Según relata un escrito consultado de la época, los días 8, 9 ,10 y 11 de junio de 1929 tuvo lugar un episodio de fuertes lluvias. El desbordamiento del cauce del Arás que originaron las mismas coincidió justo cuando un autobús regular de viajeros cruzaba el lecho del mismo. Como consecuencia de aquella circunstancia el autobús volcó y pereció uno de sus ocupantes al ser arrastrado por la corriente (2).
Confección de enfaginados en las laderas del Arás hacia 1950 para evitar la erosión de las mismas. Foto Ayerbe |
Además de los diques que eran las obras de mayor volumetría realizadas dentro de estos trabajos, también se efectuaron obras mucho más sencillas aunque no por ello menos eficaces. Se trató básicamente de los denominados enfaginados, muretes y encespedamientos. Este conjunto de obras diferentes se aplicaron principalmente sobre laderas pendientes y con procesos erosivos muy avanzados. Merecen ser destacadas, por su sencillez, los enfaginados. Se trataba de un conjunto de ramas entrelazadas, generalmente de sauce debido a su gran flexibilidad, las cuales conformaban largos cordones vegetales. Estos eran anclados al suelo por medio de estacas de madera siguiendo las curvas de nivel de la ladera. Estas barreras vegetales conseguían retener entre sus ramas los materiales que se desprendían llegando a formar pequeñas terrazas en la ladera sobre las que a su vez se plantaban árboles. La técnica de los muretes era prácticamente similar a los enfaginados aunque en este caso usando piedras para levantar pequeñas paredes de piedra sobre las laderas siguiendo también las curvas de nivel. La técnica de los encespedamientos fue escasamente aplicada en este cauce usándose mucho más en los trabajos de la cuenca del Río Aragón. Esta consistió en fijar al suelo planchas de césped natural o tasca mediante una estaca de madera que atravesaba la misma. También se realizó la apertura de cerca de 5 km de caminos para facilitar el desplazamiento tanto de personas como de caballerías porteando los materiales necesarios.
Trabajos del tramo intermedio del Bco. Arás concluídos, hacia 1965. Foto: Archivo Cartagra |
Caballerías provistas de esturrazos para arrastrar las piedras más pesadas. Foto Archivo Cartagra |
La envergadura de las obras
necesarias para corregir este barranco ya fue reconocida desde el inicio de los
trabajos. Se sabía que llevar a cabo aquellos planes significaría mucho
esfuerzo y sacrificio por parte de cuantos participaran en las mismas. Hacia
1923 los colegas de profesión de Pedro Ayerbe ya se lo recordaron con una frase
bien elocuente: “¡En el Arás, sudarás¡”.
Años más tarde, en la década de los 60 aquellas duras condiciones seguían
estando a la orden del día y así lo recordaron en su momento los escasos testimonios en vida
que allí trabajaron (3). Aquellas duras condiciones aún se vieron incrementadas
pues muchas fases de esos trabajos se realizaron por la fórmula del destajo.
Trabajar de aquella forma suponía la supresión de cualquier norma laboral que
pudiera aplicarse entonces. Sirva como ejemplo que trabajando en esas
condiciones llegaban a amasar al día hasta 90 sacos de cemento usando única y
exclusivamente palas pues para entonces aún no habían llegado las hormigoneras
mecánicas.
Obreros en el Bco. Arás llevando una
parihuela y otros masando manualmente. Archivo Cartagra |
Un vehículo tipo Unimog dotado de remolque transportado grava en el Bco. Arás hacia 1964. Foto Archivo Cartagra. |
Canalización original a la izquierda y nueva canalización final construída a raíz de la reconstrucción. Foto: Archivo Cartagra |
Bibliografía y fuentes:
(1): Reseña de los trabajos realizados por la División Hidrológico Forestal de la Cuenca
Inferior del Ebro y Pirineos Orientales en 1902, 1903 y 1904; Javier de Ferrer y José
Reig Paláu; Madrid, 1905.
(2): Documentación del Servicio Provincial de Agricultura y Medio Ambiente de Huesca.
(3): Documental "Piedras y Penas en tiempos del Patrimonio"; Carlos Tarazona Grasa,
Olibán, 2007.
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