Antecedentes
Entre todas las
entradas de esta sección denominada Memoria Forestal hemos visto los diferentes
esfuerzos de sucesivos gobiernos españoles en la toma de medidas encaminadas a
la mejora y extensión de la superficie forestal de nuestro país. A modo de
recapitulación cabe señalar que en 1863 se aprobó la Ley de Montes y dos años
más tarde, en 1865, el Reglamento para su aplicación. Entre ambas disposiciones
se sentaron las bases del Servicio Forestal en nuestro país. Este reglamento
contempló la creación de los Distritos Forestales en España cuyo ámbito
de actuación coincidió en la mayoría de los casos con el de las provincias ya
existentes entonces. Pocos años después, en 1877, se aprobó la Ley para la
mejora, fomento y repoblación de los montes públicos españoles y un año más
tarde su respectivo reglamento.
Guardas Forestales de Biescas a principios del Siglo XX pertenecientes a la 6ª División Hidrológico Forestal. Foto: Colección Tomás Ayerbe |
Años después, un R.D.
de 7 de junio de 1901 organizó el Servicio Hidrológico Forestal el cual quedó
constituido por hasta diez Divisiones Hidrológico-Forestales que cubrieron
prácticamente la totalidad de las cuencas hidrográficas peninsulares. Estas
acometieron importantes trabajos de corrección hidrológica en las cabeceras de
numerosos cauces con un marcado carácter torrencial. Tiempo después aún se volvió
a ampliar nuevamente la administración forestal de nuestro país. Esto fue así
como consecuencia de la promulgación de un R. D. en marzo de 1926. Gracias a él
se crearon en España otras diez Confederaciones Hidrográficas a las que
se les dotó de amplias competencias forestales.
Todo este complejo
engranaje forestal trabajó en la medida que sus dotaciones presupuestarias se
lo permitieron aunque muchas anualidades resultaron ser tan escasas que apenas
pudieron cumplir con los objetivos marcados. Además, siempre lo hicieron de
forma individual y al margen de ninguna directriz común que coordinara los
trabajos y esfuerzos de todas las partes involucradas en la causa forestal.
Aquella falta de coordinación entre Distritos, Divisiones Hidrológicas y
Confederaciones Hidrográficas acabó mostrando la ineficacia de gran parte de los planes
acometidos. Esta apareció tanto por las limitaciones presupuestarias como por la disparidad de
criterios y objetivos a la hora de abordar la restauración de la cubierta
forestal en nuestro país.
Membrete de la Confederación Hidrográfica del Ebro. Foto: Archivo Cartagra |
Ingeniero de Montes Joaquín Ximénez de Embún (1913-1963) |
Sello de la 6ª División |
Aquél fallido intento,
tras la comprensible decepción inicial de todas las partes implicadas, sirvió
también para que se forjara una firme conciencia forestal así como un claro convencimiento de aquella necesidad forestal entre
los políticos y gobernantes de la sociedad española. Permitió aclarar y
entender que las repoblaciones forestales de carácter hidrológico, aun siendo
importantes, no eran suficientes por sí solas para resolver el problema de
deforestación. Este inconveniente, constatado desde hacía ya muchos años en
nuestro país, requería de una política forestal ambiciosa, clara y decidida.
Era necesario fomentar y poner en marcha una política repobladora que cubriera
tanto las necesidades de conservación y protección de los suelos, como las productoras. Debe recordarse aquí que España por aquél entonces debía importar la mayor parte de la madera que necesitaba y eso chocaba frontalmente con el régimen autartico impuesto en nuestro país.
Portada de una de las numerosas publicaciones que abordaron el problema de la erosión en nuestro país. Foto: Archivo Cartagra |
El estallido de la
Guerra Civil impidió que la misma comenzara a
aplicarse en toda su extensión. Nada más concluir dicha contienda, el régimen
dictatorial que asumió las riendas del país no pasó por alto aquella
paralización. Así, con fecha 26 de agosto de 1939 se aprobó una nueva ley que
restableció por completo la ley de octubre de 1935. Esta segunda ley había
incorporado alguna modificación respecto a la primera lo que provocó la
aparición de algunas disfunciones que resultó necesario corregir cuanto antes.
Con tal intención se aprobó la Ley de 10 de marzo de 1941 la cual refundió las
dos anteriores y habría de permitir, a partir de ese momento, un funcionamiento
mucho más eficiente del Patrimonio Forestal del Estado.
Hola Carlos, el ingeniero de la foto es el sobrino del Ximénez de Embún, que también se llamaba Joaquín
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