viernes, 15 de agosto de 2014

Plan



            Esta vez me voy hasta otro de esos valles pirenaicos donde sus diferentes pueblos ofrecen infinidad de argumentos para rememorar viejos tiempos pasados. Me adentro en la Ball de Chistáu (Valle de Gistaín) y me detengo en uno de sus pueblos. Se trata de Plan, me interno en él y comienzo a recorrer sus intrincadas callejuelas. Rápidamente me doy cuenta de las diferencias entre los elementos constructivos propios de esta área geográfica y los vistos en esta misma sección para pueblos de otros valles pirenaicos más occidentales. Quizás el elemento más diferenciador en este caso sea el de la piedra empleada en los muros de las casas. La regular arenisca propia del flysh pirenaico aquí está ausente y es sustituida por los cantos rodados irregulares de granito principalmente. Los tejados siguen siendo pendientes para evacuar cuanto antes la nieve si bien sus tejados aquí están conformados por la pizarra y no la losa propia de otros valles.
Imagen de una calle de Plan en 1927. Foto: Fritz Krüger

            Tras un rato caminando me planto delante de la fachada de una casa que destaca por su porte robusto a la vez que esbelto. La identifico gracias a la copia de una fotografía antigua que llevo en la mano. Esta fotografía fue realizada por el antropólogo alemán Fritz Krüger en 1927 durante su visita a estos valles pirenaicos. En ella aparece Casa Carlé la cual muestra en su cara orientada al oeste un hastial achaflanado. Al amparo de su vuelo se construyó una larga balconada con una robusta barandilla de madera, ideal para tender la colada y secarla a la serena. En su fachada revocada había abiertos varios huecos en su planta primera. Aparecen dos pequeños ventanucos que apenas permitían la entrada de luz en la casa, pero que al mismo tiempo, evitaban también la pérdida excesiva de calor durante los fríos días invernales. La puerta de entrada a esta casa también presentaba unas dimensiones un tanto exiguas y en su parte inferior contaba con al menos un escalón integrado por debajo del nivel de la calle. Su cabecero de forma semicircular no presentaba aparentemente ningún elemento decorativo. 


           El empedrado de la calle se muestra irregular y está conformado por cantos rodados colocados de forma aleatoria. A pesar de la irregularidad señalada, el perfil del mismo muestra el relieve suficiente para evacuar el agua calle abajo en días de lluvia y evitar así que pudiera entra en el patio de Casa Carlé. Sobre el muro de media altura que parte la calle asoman los extremos de varios fajos de leña colocados allí expresamente para secarse al sol. Es muy probable que posteriormente fueran empleados para encender el fuego del hogar o de la cocinilla económica. Casi a la misma altura aunque a la izquierda del todo de la imagen, la foto nos muestra parcialmente la fachada de Casa Moliné con una morfología muy similar a la descrita para Casa Carlé. Más al fondo y por detrás de la leña observamos un nuevo tejado en disposición transversal que corresponde a Casa Calderón. La ladera de San Mamés, al fondo, deja entrever claramente la acción del hombre. Sobre ella ha roturado pequeñas porciones de terrenos para su cultivo que se muestran delimitadas por muros de piedra y vegetación. Además, se intuye la presencia de hasta dos pequeñas bordas donde se debían guardar animales, la hierba seca que se recogía o las herramientas que se empleaban para dicha tarea.
Principales cambios actuales respecto a la foto original de F. Krüguer. Foto: Archivo Cartagra

           La toma actual presenta a simple vista pocas diferencias significativas. Quizás una de las más evidentes es la presencia de diferentes cables aéreos que distribuyen la electricidad por el resto de casas de Plan. Estos cables también han ocupado su espacio en la propia fachada de Casa Carlé pues la atraviesan con al menos dos trazados diferentes. En la parte inferior destaca también la modificación sufrida en la puerta de entrada actual que es totalmente nueva, más estrecha y desplazada a la izquierda de la fachada. La antigua ha quedado transformada en una ventana baja. Siguiendo la fachada de abajo a arriba, observamos como los siguientes huecos también son nuevos respecto a la foto de Krüger. El balcón original ha desaparecido y se ha convertido en una ventana. Los otros dos ventanucos mantienen una ubicación similar aunque han ganado sustancialmente en sus dimensiones. El hastial achaflanado del tejado se mantiene aunque con ligeras modificaciones las cuales también han afectado a la balconada corrida. Esta integra ahora, además de la puerta de acceso a la misma, dos pequeñas ventanas que deben proporcionar una gran luminosidad a la estancia interior. La cubierta original de pizarra ha sido sustituida por otra de uralita ondulada. Así mismo, su chimenea actual también está conformada por dos tubos de uralita rematados por un acabado metálico.


           El firme de la pendiente calle muestra igualmente ostensibles mejoras pues ahora las piedras son mucho más uniformes. La tapa de la alcantarilla perfectamente integrada sobre el suelo nos muestra también una importante mejora de la salubridad pública de este pueblo antaño impensable. Hasta cuenta la calle con un tramo de acera para acceder a Casa Carlé. Por su parte, el muro de media altura presenta ahora sus piedras rejuntadas y aparece ligeramente más corto para facilitar así el tránsito de vehículos a motor ausentes cuando Krüger realizó la fotografía original. También podemos apreciar claramente el aumento de volumetría sufrido por Casa Moliné, la cual ha perdido definitivamente la balconada de su alzado este. Al contrario de Casa Carlé, en la cubierta de Casa Moliné se ha seguido empleando la pizarra en su cubierta. El tejado transversal del fondo correspondiente a Casa Calderón y también ha sustituido la pizarra original por la teja plana de cerámica.
Aspecto del rincón de Casa Carlé en la actualidad. Foto: Archivo Cartagra

            Para concluir con esta descripción, señalar que la ladera de San Mamés ya muestra signos evidentes de abandono en unas cuantas de las fincas que acoge. Tras la ausencia continuada de la mano del hombre, la vegetación ha vuelto a colonizar las superficies roturadas con tanto esfuerzo y sacrificio. En cambio, todavía se mantienen en pie y con su cubierta intacta las pequeñas y dispersas bordas. El avance de la vegetación también se muestra bien claro en la parte superior de la ladera donde en la actualidad crece un frondoso pinar apenas perceptible en la foto original.



 PD: Mi agradecimiento a la Fototeca de la Diputación Provincial de Huesca por facilitarme el uso de esta fotografía que forma parte de sus fondos.

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