domingo, 23 de marzo de 2014

Esparbeleta

Mariano Pardo era natural de Casa Bertolo de Gracionepe y durante unos cuantos inviernos debió marchar a trabajar a Francia. Cuando regreso de una de aquellas estancias trajo consigo un pequeño acordeón diatónico. En Gracionepe había otra casa conocida como Casa Paúles que era propiedad de un terrateniente de la zona llamado Gastón. Este a su vez era el dueño de la Pardina Bescansa, varios kilómetros al sur de Gracionepe. Cada vez que Gastón visitaba Gracionepe y dado que le gustaba mucho bailar, se solía organizar baile en una sala grande de Casa Paúles propiedad de Gastón. Ese día Mariano tenía trabajo extra pues le tocaba amenizar la sesión tocando aquél acordeón francés.
Vieja imágen de Larrés, posiblemente de antes de mediados del Siglo XX, época en la que sus calles debieron ser testigos de los acordes de Esparbeleta y de los numerosos estribillos cantados a su són

           A una de aquellas sesiones de baile, allá por 1935, acudió casi por casualidad un crío de 7 años llamado Antonio venido desde el vecino pueblo de Larrés. Su madre Petra descendía de Casa Bertolo y había acudido hasta ese pueblo para visitar a su hermano Mariano. El sonido del acordeón diatónico, aun sin saberlo él, quedó grabado en la memoria de aquél crío durante muchos años. Cuando este alcanzó los 18 años no dudó en preguntar a una de sus primas de Gracionepe si aquél acordeón seguía en Casa Bertolo. El abuelo Gastón ya había muerto hacía unos años y Mariano también. Así pues, aquél instrumento debió ser guardado en algún baúl donde quedó olvidado durante bastantes años. Tras el interés de Antonio lo buscaron por la falsa y allí apareció guardado en algún lugar de la misma.


           Antonio se lo llevó para Larrés que era donde él vivía con su madre Petra, viuda y sorda. Una vez allí, llevado por ese grato recuerdo del melódico sonido del acordeón empezó como dice él a trastearlo y poco a poco fue cogiéndole el tranquillo. Su gran ilusión le permitió aprender a tocarlo de oído y en poco tiempo se convirtieron los dos en protagonista de los escasos ratos de ocio que tenían los mozos de Larrés. Tan pronto como estos se juntaban en el local del pueblo después de largas jornadas de trabajo, aún les quedaban ganas para la diversión y la juerga. Era entonces, una vez que se animaba el ambiente, cuando Antonio se iba a casa a buscar la Esparbeleta y comenzaba la fiesta de verdad. No recuerda muy bien el motivo, pero ese fue el nombre que le dió a su acordeón. En torno a la misma se solían juntar Laure de Casa Jaime, Emilio de Casa Maestro, Esteban de Casa Gil, Victorino de Casa Jorge, todos ellos de la misma quinta, así como otros mozos más de Larrés.
 

Ronda de los músicos de Acumuer. Aunque no hay
acordeón, seguro que la situación en poco debió
diferir a lo que pudo suceder en Larrés
           Hubo más de una ocasión en la que a  la hora de montar el sarao, Antonio contó con la ayuda de algún otro mozo de Larrés. Ese fue el caso de José Casbas de Casa Chandepuén quien le acompañaba tocando la guitarra. Así montaron más de una sesión de baile en la casa del pueblo, ubicada junto a la plaza de Larrés. Aunque ya lo venía haciendo antes de tener la Esparbeleta, Antonio ya solía discurrir estribillos con motivo de cualquier hecho o suceso acaecido en el pueblo. Una noche ya bien tarde, y a tan sólo un mes de celebrar la fiesta mayor de Larres, los mozos decidieron acondicionar la plaza del pueblo pues su firme irregular impedía bailar correctamente. Acometieron aquella mejora sin encomendarse a nadie más aunque tardaron en concluir aquella mejora más de lo previsto lo que produjo el enfado de más de uno en el pueblo. De esa situación surgió el oportuno estribillo: "El año 52 el víspera de San Antón, amanecieron os mozos cada uno con un jadón, aún no hacía dos minutos que había ocurrido esto y salió por más abajo gritando el Sr. Modesto; estábamos todos picando con el jadón y salió Sr. Urbano gritando por un balcón. Y al otro día al ir pa misa dijo Ricardo del Bastero, todos os mozos ta cárcel y el alcalde o primero; si llega a efecto lo de la guardia civil ya seguro que nos pillan más arriba de Isín; dos vagones y medio hacen falta de cemento y a plaza se terminará por cuenta del ayuntamiento".


           Otro estribillo basado en una situación real estuvo motivado en el hecho de que el amo de la casa donde Antonio servía, cada vez que se enteraba que los ...criáus habían trasnocháu, al día siguiente los hacía levantar algo más temprano de lo habitual: "Esta tarde en el café, venga vino y venga tazas, y mañana de mañanas, cáguen la historia que trazas". No faltaron tampoco los estribillos de corte irónico: "Pueblecito de Larrés, es pueblo de mucha fama, un molino que no muele y un batán que no abatana, y pa acabala de amolar a fuente que no les mana". O este otro: "No cantes si vas por paja y te pesa el roscadero, que despiertas a Geromo y a Ricardo del Bastero". Otras coplas recogieron las dificultades del momento: "En Espuéndolas no ciernen y Borrés ya no masan, y en el pueblo de Larrés jodidamente lo pasan". El propio Antonio tampoco se libró de las letras con sorna discurridas por otros mozos del pueblo como la que le dedicó Laure de Casa Jaime de Larrés "A perra Tarazona está radiendo un hueso, a perra dale que dale, y o hueso tieso que tieso". Y para concluir con esta relación que mejor que echar mano de una pensada para la ocasión: "Con esta me despido, con esta cierro papeles, y con esta me despido de hombres niños y mujeres".
Antonio con su actual acordeón y su otra gran pasión, el inseparable Tolo

            Tras unos cinco años con Esparbeleta siendo protagonista de largas veladas en las que se entonaron estos u otros estribillos y coplas, un buen día el acordeón desapareció. Antonio pensó que su madre se la había dado a unos primos suyos quienes se la habrían llevado a Arto. Al menos eso es lo que su madre Petra le dijo en su momento cuando preguntó por el paradero de la misma. Muchos años después Antonio llegó a preguntar a uno de sus primos de Arto quien le confirmó que él nunca supo del instrumento. Seguramente que Petra no vería con buenos ojos aquellas juergas nocturnas habituales y decidió cortar de raso la situación haciendo desaparecer a Esparbeleta. Casi 65 años después, en las Navidades de 2011, Antonio recibió un regalo de Reyes muy especial. Se trató de un pequeño acordeón diatónico similar al que él tuvo, aunque obviamente algo más evolucionado. Seguro que al tenerlo entre sus manos consiguió rememorar muchas de aquellas noches en compañía de sus amigos de Larrés.

          Por cierto, resulta que entre unas cosas y otras había olvidado mencionar que Antonio es mi padre y que Petra era mi abuela. Os había dicho en algún momento que era un esmemoriáu?...

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