Hasta ahora he hablado del papel jugado al respecto por el político regeneracionista aragonés y sus esfuerzos por conseguir asentar esta fiesta en la sociedad española. Pero para ser justos con la historia, aún hay otro nombre propio que, llegados a este punto, tampoco debe ser obviado. Fue un ingeniero de montes llamado Rafael Puig y Valls y ostenta el honor de ser el otro gran impulsor de la Fiesta del Árbol en nuestro país. Nació en Tarragona un 31 de mayo de 1845 y murió en esta misma ciudad en enero de 1920.
Retrato de Rafael Puig y Valls Foto: Archivo Cartagra |
Parece ser que durante la primera mitad del siglo XIX
esta fiesta decayó algo aunque a continuación, a finales de ese mismo siglo,
consiguió recuperar adeptos. En las causas de aquél resurgimiento tuvo mucho
que ver el hombre que ahora nos ocupa. Fruto de su inquietud y de su interés
por fomentar el respeto al arbolado, fue quien estuvo detrás de la creación en
nuestro país de la primera Asociación de los Amigos de la Fiesta del Árbol. La creó hacia 1900 con la ayuda de Ricardo Codorniú, otro eminente ingeniero de montes que también destacó muchísimo en esa faceta sensibilizadora. De Puig y Valls son las siguientes palabras: "No
hay agricultura posible sin montes, ni montes sin el amor de los pueblos al arbolado.
Por esto, quien sepa inspirar a las generaciones del porvenir el amor al árbol,
habrá hecho a España un beneficio incalculable... el árbol en el campo es un
manantial de riqueza y en la montaña una imprescindible necesidad".
Su convencimiento al respecto le llevó incluso a propagar
esta idea en la vecina Francia donde también tuvo una gran aceptación. Pero las
consecuencias de su esfuerzo llegaron más allá pues tales ideas llegaron a
otros países europeos donde también fue instaurado el Día del Árbol. Así
sucedió en Italia, en Irlanda (1904) o
en Noruega (1910). Quienes han estudiado la trayectoria profesional de este
ingeniero de montes señalan que su punto de referencia hay que situarlo nada menos que en
Estados Unidos. Allí, Herlin Morton, Gobernador del Estado de Nebraska, fue quien
instauró en ese país la celebración del Arbor
Day por primera vez un 10 de abril de 1872. Parece ser que Puig y Valls
tuvo conocimiento de esta circunstancia a raíz de la visita que el mismo
realizó a tierras americanas. Este viaje lo realizó en calidad de Comisario de la delegación que
representó a España en la Exposición Universal de Chicago de 1893. (1)
Con aquella información, nuestro hombre no dudó en
comenzar su campaña nada más regresar a España. Así fue como con fecha 21 de
septiembre de 1898, el periódico La
Vanguardia publicó un artículo suyo titulado "La Patria y el Árbol. Síntesis de un proyecto y de su inmediata
ejecución". De ese mismo artículo se hicieron eco también
otras publicaciones de la época y entre todas consiguieron la máxima
divulgación de tan novedoso planteamiento para ese momento. A lo largo de su contenido dejó bien
clara la necesidad de favorecer el desarrollo de la vegetación forestal
"...mirado bajo el punto de vista de
la protección a la agricultura, el aprovechamiento racional de las aguas, de la
conservación del suelo nacional, y del fomento de la riqueza española".
El modo de conseguir llevar a la práctica ese objetivo pasaba por "inspirar a las generaciones del porvenir el
amor al árbol". Evidentemente, resultaba necesario diseñar una forma o
modo de llevar a la práctica esa clase de enseñanzas. Para dar una solución a
esa cuestión propuso en este mismo artículo la creación de un premio que
galardonara la mejor cartilla forestal. Al mismo tiempo, animó a los maestros para
que anualmente organizaran y celebraran esta fiesta. Según Puig
y Valls, aquella Cartilla Forestal debería de tener una orientación eminentemente
pedagógica para que de esa manera quedara incluida dentro de la actividades
educativas de las escuelas del momento (2). Aquél convencimiento respecto a la necesidad de fomentar las enseñanzas forestales le llevó incluso a presentar una propuesta en el Congreso Internacional de Selvicultura, celebrado en París a principios de junio de 1900. La misma fue aprobada por unanimidad entre los allí presentes y recogió entre otras ideas la siguiente: "Se introducirá la enseñanza de la selvicultura en las escuelas normales y en las primarias de todos los países". Aquella propuesta rápidamente la hicieron suya otras asociaciones europeas y entre todas ellas crearon la Sociedad de los Amigos de los Árboles. Al poco tiempo esta sociedad ya contaba con sedes en Nancy, Clermont-Ferrand o Moutiers, así como cientos de sociedades escolares por toda Francia (3).
Se ha podido constatar que la primera Fiesta del Árbol celebrada en nuestro país fue en 1898, el mismo año en el que se creó en Barcelona la asociación de amigos de esta fiesta pionera. tuvo lugar un 30 de abril en el Parc de la Ciutat de Barcelona, en la Sección Marítima de este parque y al costado del Museo zootécnico. A la misma acudieron nada menos que unos mil quinientos niños y niñas entre los que plantaron unos cuatrocientos pinos. Tras la plantación pronunciaron sendos discursos tanto el Alclade de Barcelona como el propio Puig y Valls (3).
Se ha podido constatar que la primera Fiesta del Árbol celebrada en nuestro país fue en 1898, el mismo año en el que se creó en Barcelona la asociación de amigos de esta fiesta pionera. tuvo lugar un 30 de abril en el Parc de la Ciutat de Barcelona, en la Sección Marítima de este parque y al costado del Museo zootécnico. A la misma acudieron nada menos que unos mil quinientos niños y niñas entre los que plantaron unos cuatrocientos pinos. Tras la plantación pronunciaron sendos discursos tanto el Alclade de Barcelona como el propio Puig y Valls (3).
Grupo de niños y adultos durante la celebración de la Fiesta del Árbol en la Puebla de Lillet (Barcelona) en 1904. Foto: Archivo Cartagra |
Portada de una de las publicaciones que se hicieron eco de esta fiesta. Foto: Archivo Cartagra |
Tan pronto se creó la Sociedad de los Amigos de la Fiesta del Árbol, Puig y Valls tuvo muy claro que la misma debía de contar con una herramienta divulgadora propia. Así fue como nació la publicación Crónica de la Fiesta del Árbol en cuyo escaso centenar de páginas se recogían todas las reseñas posibles de cuantas fiestas se organizaban anualmente. El primer ejemplar se publicó a raíz de las fiestas organizadas en 1898. Según su promotor, el objetivo que se perseguía con esa publicación era "...educar a los niños y los adultos, en el amor, defensa, conservación y fomento del patrimonio forestal". Su publicación se financió con las cuotas de los socios miembros, con donativos y con suscripciones. El propio político aragonés Joaquín Costa fue también miembro activo de esta sociedad (3). Su consulta nos permite
comprender la importancia que durante aquellos años se llegó a dar a esta fiesta,
así como la implicación de diferentes autoridades en su organización o
la amplia participación de la población local.
Fuentes y Bibliografía:
(1): La Guardería Forestal en España; Carlos
Tarazona; Editorial Lumwerg; Madrid, 2002.
(2): Los ingenieros de
montes en la España contemporánea 1848-1936; Vicente Casals Costa; Ediciones
del Seral; Barcelona, 1996.
(3): Rafael Puig y Valls, 1845-1920, Precursor de l'educació ambiental i dels espais naturals protegits; Generalitar de Catalunya y Martí Boada, Barcelona, 1995.
(3): Rafael Puig y Valls, 1845-1920, Precursor de l'educació ambiental i dels espais naturals protegits; Generalitar de Catalunya y Martí Boada, Barcelona, 1995.