Se trata de una instalación
cuyo principal cometido fue la obtención de las semillas necesarias para el
correcto funcionamiento de otra instalación forestal básica, los viveros. Como
su nombre indica, su función era la de secar semillas de diferentes especies
mediante la aplicación de calor. Dentro de los sequeros pueden distinguirse dos
clases: el sequero solar y el sequero artificial. El primero usa única y
exclusivamente la radiación solar como elemento calentador. Para
ello, alrededor del edificio principal solía haber una serie de superficies
acondicionas o eras en las que se extendían las piñas, los gálbulos o los
frutos de donde se querían extraer las semillas. Para conseguir su secado
progresivo al sol era necesario removerlos manualmente cada cierto tiempo. En
su día este tipo de sequeros fueron mucho más frecuentes en la mitad sur del
país donde la climatología resulta mucho más aparente para este fin. El otro tipo
de sequeros fueron los denominados artificiales y se trató de unas instalaciones
de más envergadura que las anteriores pues incluían una maquinaria más compleja.
Dado que el mayor porcentaje de repoblaciones efectuadas en nuestro país se
realizó con especies coníferas, los sequeros artificiales fueron los más
numerosos pues podían funcionar durante todo el año independientemente de la
meteorología que hiciera y así obtener un mayor volumen de semillas.
Sequero solar y piñas extendidas al sol en la Sierra de Cazorla (Jaén). Foto: Archivo Cartagra |
El Patrimonio Forestal del Estado (PFE) tuvo que
planificar la construcción de toda una red de sequeros para garantizar al máximo el
correcto funcionamiento de una no menos importante red de viveros la cual
también tuvo que planificar prácticamente desde cero. Si los viveros no podían
alcanzar la plena producción de planta por falta de semillas suficientes, se podría
llegar a poner en peligro los plazos del ambicioso plan de repoblación nacional
planteado por el PFE. Para designar la ubicación de los sequeros hubo que tener
en cuenta diferentes cuestiones que no siempre resultaron fácil de conseguir
sobre el terreno. En primer lugar había que tener clara cuál era la semilla que
interesaba obtener para a partir de allí buscar donde se encontraban las masas
boscosas más aparentes de la especie en cuestión. Delimitada la localización geográfica de estos bosques
había que concretar cuál era la ubicación ideal para esta instalación. Era entonces
cuando el PFE comprobaba si disponía allí de terrenos propios o si bien debía
plantearse su adquisición. Esta circunstancia suponía un gasto extra que debía
ser autorizado previamente por la dirección de este organismo en Madrid. La primera
relación de sequeros artificiales disponible en España queda condensada en el
siguiente cuadro (1):
Provincia
|
Término
Municipal
|
Nº
de aparatos
|
Especie
|
Ávila
|
Navarredonda
|
1
|
Pino silvestre
|
Ávila
|
Peguerinos
|
2
|
Pino silvestre
|
Cuenca
|
Cuenca
|
2
|
Pino laricio
|
Cuenca
|
Monteagudo
|
1
|
Pino laricio
|
Cuenca
|
Villalba
|
1
|
Pino laricio
|
Guadalajara
|
Condemios
|
2
|
Pino silvestre
|
Guadalajara
|
Orea
|
1
|
P. laricio y
silvestre
|
Guadalajara
|
Villanueva
|
1
|
Pino laricio
|
Jaén
|
Cazorla
|
5
|
Pino laricio
|
Jaén
|
Siles
|
4
|
Pino laricio
|
Segovia
|
La Granja
|
1
|
Pino Silvestre
|
Soria
|
Abéjar
|
2
|
Pino silvestre
|
Tarragona
|
La Cenia
|
1
|
P. silvestre y
laricio
|
Teruel
|
Mora Rubielos
|
1
|
Pino laricio
|
Teruel
|
Torres
|
1
|
Pino silvestre
|
T
O T A L E S
|
26
aparatos
|
Su funcionamiento
El calor en estos
sequeros había que producirlo de forma artificial para lo cual resultaba
imprescindible dotar a estas instalaciones de al menos una caldera o estufa
grande. Hubo instalaciones mucho más complejas como las de Jaén, Ávila o Soria
en las que se instalaron varias de estas calderas. A cada una se le acoplaba uno o varios
ventiladores de grandes dimensiones para conseguir que el calor completara un
circuito cerrado. A lo largo de este recorrido el calor resecaba las diferentes
tolvas o bandejas donde se habían depositado las piñas, gálbulos o frutos que
se querían secar. El material de combustión empleado fue generalmente las
propias piñas una vez desprovistas de los preciados piñones.
Aspecto de una estufa y del ventilador. Al fondo las piñas ya vacías listas para ser quemadas. Foto: Archivo Cartagra |
La mayoría de los
sequeros artificiales se dedicaron a obtener básicamente semillas de diferentes
especies de resinosas. Esto implicó que se llegaran a manejar cantidades
industriales de piñas lo cual requirió a su vez unas instalaciones amplias y
con capacidad de almacenaje suficiente. Al mismo tiempo, estas instalaciones
necesitaron disponer de una mano de obra especializada para conseguir así rentabilizar
al máximo la producción de semillas. Cabe recordar que todos los trabajos eran
básicamente manuales por lo que la mano de obra local siempre resultó
imprescindible. Esta fue básica también a la hora de limpiar las semillas
obtenidas tras someter las piñas al proceso de secado. Al abrirse estas por
efecto del calor aplicado también era habitual la aparición de otros restos
vegetales que era necesario eliminar. Hasta que se extendió el uso de máquinas
especializadas en la limpieza de las semillas, esta parte siempre se realizó de
forma manual.
Vista del interior de un sequero con la piña acumulada pendiente de ser secada. Foto: Archivo Cartagra |
Una vez que se tenían
las semillas totalmente limpias resultaba de gran importancia asegurarse del
perfecto estado sanitario de las mismas. Si no estaban perfectamente secas
podían surgir procesos de enmohecimiento que echaran a perder las semillas y con ello todo el trabajo y esfuerzo previo.
También había que garantizar que sobre las mismas no actuara ningún tipo de bacteria o insecto. Para evitar en la medida de lo posible todas esas
situaciones, la semilla totalmente limpia y perfectamente seca se introducía
generalmente en unas cámaras frigoríficas. Allí se guardaba la semilla en
bidones metálicos cerrados herméticamente de donde salían solamente una vez
conocido el destino final de la semilla.
Los
sequeros en Huesca
Si bien en el listado
anterior no aparece ningún sequero artificial en nuestra provincia, lo cierto
es que sí que llegaron a funcionar varios de ellos en la misma. En el Valle del
Aragón, concretamente en Villanúa existió en su día un sequero que inicialmente
fue solamente solar. Se tiene constancia de su existencia desde 1909 aunque fue
a partir de 1933 cuando se modernizaron sus instalaciones convirtiéndolas
entonces en un sequero artificial. Esta instalación constaba de tres módulos
unidos en un sólo edificio. En el primero se ubicaba la estufa del secadero
mientras que en el módulo central se encontraba el depósito de semillas y la
maquinaria para la extracción y limpieza de los piñones. En el último modulo
funcionó durante algún tiempo un laboratorio para el estudio de la piña y los
piñones. Este sequero hace muchos años que dejo de funcionar como tal pues
desde 1988, fecha en que el Gobierno de Aragón cedió esta construcción y
otras próximas a los Salesianos de Huesca, funciona como una colonia veraniega.
Aspecto del sequero de Sarvisé en la actualidad. Foto: Eva Nuez |
A finales de marzo de
1948 el propio director General de Montes se dirigió por escrito al responsable
del Distrito Forestal en Huesca. En su carta le solicitó la máxima diligencia
para la construcción de varios sequeros de calor artificial pues la demanda de
semilla en nuestro país no permitía cubrir las necesidades con los entonces
existentes (2). Estos debían de ubicarse teóricamente cerca de zonas donde
hubiera próximas entre sí masas de una superficie aproximada de 10.000 Ha y
bien comunicadas.
Jornales
y recolección de semillas
Aragüés del Puerto fue uno de los pueblos donde finalmente se construyó uno de esos sequeros. Tras consultar varia documentación referente al mismo (2), sabemos que por la recolección de 104 kg de
piña de pino silvestre, el Distrito Forestal de Huesca pagó a su recolector en
marzo de 1951 un total de 73,50 Pts. Ese mismo mes se le pagó a Julián Algueta,
de Hecho, 148 Pts por transportar piñas en su carro hasta esta sequería. A este
sequero llegaron piñas de muchos puntos de la provincia oscense tal cual atestiguan
algunos albaranes consultados: Fiscal, Linás de Broto, Rasal, Villalangua,
Ansó, Aisa, Jaca o Sabiñánigo. No he podido aclarar cuantos obreros había en la
sequería de Labati, pero se sabe que en enero de 1949 se pagaron 1.121,86 Pts
en concepto de jornales.
Listilla confeccionada durante la construcción del sequero de Ansó, en 1955. Foto: Archivo Cartagra |
Fuentes
y bibliografía
(1) Patrimonio Forestal del Estado, Memoria-Resúmen 1940-1949
(2) Archivo Servicio
Provincial de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente de Huesca