Miguel Ortega es desde hace más de una década el responsable del Centro de
Interpretación del Salto de Roldán ubicado en Sabayés, pueblo de la comarca de
la Hoya de Huesca y perteneciente al municipio de Nueno. Además es un hombre que
desde hace ya muchos años se ha dejado llevar por las formas y las siluetas que
muestran los árboles en plena naturaleza. Da igual que estén vivos o muertos. A
los primeros los fotografía y observa desde sus raíces hasta su copa buscando
alguna explicación a su altura o aspecto. A los segundos los disecciona con su
mirada crítica y en ocasiones también con la ayuda de una sierra. Su deseo es
llegar al interior de su tronco y desenmascarar sus entrañas. Y lo hace con
paciencia y técnica hasta conseguir descifrar buena parte de la información que
ocultan los anillos de crecimiento que contienen esos troncos.
Miguel Ortega delanta de uno de los paneles de su última exposición inaugurada recientemente en Huesca. Foto: Dominique Leyva |
Según ha contado “en los anillos de
crecimiento del tronco de los árboles se almacena información sobre las
condiciones en las que vivieron. A través de ellos podemos acceder a datos
sobre el clima o los eventos del pasado que no aparecen en referencias escritas
como por ejemplo incendios, aludes, deslizamientos de tieras o incluso plagas”.
Guiado por ese afán lleva ya unos cuantos años recopilando muestras de troncos en su mayoría muertos los cuales encuentra en plena naturaleza. En otros
casos son amigos suyos quienes conocedores de su afición no dudan en
proporcionarle gustosamente parte de troncos o raíces. A partir de allí Miguel
comienza su labor de disección e interpretación fruto de su larga experiencia en estos
menesteres.
En otras ocasiones recurre a expertos quienes le ayudan en su labor
investigadora. Así es como alguno de esos entendidos recurre a la técnica de la
dendroclimatología gracias a la cual se pueden realizar reconstrucciones
climáticas a partir del crecimiento anual que experimentan diferentes especies arbóreas
o leñosas. Estas proporcionan información sobre la temperatura o las precipitaciones
de los últimos siglos sobre las cuales en muchos casos no se tiene constancia documental alguna.
En octubre de 2014 presentó su primera exposición. Tras recorrerla el
visitante se podía hacer una idea bastante aproximada del afán e interés de
este hombre por escudriñar y buscar resultados sobre un material tan común como nada empleado para estos menesteres. Ahora nos presenta una nueva exposición bajo el
título La memoria de los árboles. Estará
expuesta en el Centro Cultural Manuel Benito Moliner (antiguo matadero de
Huesca) desde el 14 de marzo hasta el 2 de abril. Cuenta en esta ocasión con la
colaboración de Jesús Julio Camarero, científico del Instituto Pirenaico de
Ecología dependiente del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Cinetíficas). Como reza el título de uno de los paneles que la
compone, en ella se nos explica entre otras cuestiones, cuál es la información del territorio que
contienen los árboles de nuestro entorno.
Os recomiendo visitar la actual y dejaros llevar por las formas, dibujos y
olores de cuantas muestras vegetales la conforman. Seguro que descubriréis todo
un mundo que en más de un caso ni tan siquiera habíais imaginado. Sin lugar a
dudas, este hombre tiene madera de curioso e investigador.