No, no se trata del vaquero tradicional de las montañas pirenaicas que
todos los que en ellas vivimos conocemos. Durante unos años de su vida, José Mendiara Barcos de Casa Lobo de Ansó fue un vaquero
de esos del lejano Oeste americano. De hecho, su apodo ya rezuma esencia a botas camperas
y espuelas, a caballo y revólver. Su afición a leer novelas de vaqueros desde
bien joven le llevó a hacerse llamar igual que su personaje favorito
y así se le conoció siempre. Pocos en su Ansó natal le debían llamar
por su nombre. Larry nació en Ansó allá por
1939 donde pasó su infancia y juventud pastoreando el rebaño de ovejas que tenían
en su casa. Hizo el servicio militar en Jaca (Huesca) y tras concluirlo decidió
que era el momento de dar el salto. Escribió a su tío quien ya vivía en San Francisco
(California) y le hizo saber que quería marchar a trabajar a ese país como borreguero.
Así fue como Larry acabó siendo
contratado por un borreguero originario del Bearm francés llamado Eugene
Chaumet, quien tenía un rancho con borregas en Palo Alto (California). Voló al
país americano acompañado de su primo Juan José Gastón de Casa Burro de Ansó. No habían subido nunca a un avión y aquél vuelo
transoceánico les impresionó más que lo que ellos mismos pensaron. En ese
rancho compartió trabajo con un vizcaíno y dos navarros y entre los cuatro
debían atender un rebaño de unas 3.000 ovejas. Aquella primavera la pasó con un
rebaño de unas 400 cabezas alojado en un austero carrocampo (caravana rudimentaria) y alimentándose con
lo que semanalmente le proporcionaba su campero.
Larry pastoreando su rebaño en 1962 en Patterson (California). Foto: Archivo Cartagra |
Al regreso al rancho a Larry le
encomendaron el riego de unos campos de algodón mediante un sistema de tuberías
y aspersores desconocido por él al que no le costó adaptarse. También le tocó
participar en su recolección y en su prensado dentro de grandes sacas. Pero él
prefería el monte por lo que su patrón le encomendó hacer de campero y conducir
con un troke (camión) donde llevaba
una gran cisterna de agua. Recorrió amplias zonas de California repartiendo agua
para las borregas de su patrón y comida a los borregueros. Y lo hizo a pesar de no tener licencia de
conducir estatal pues para conseguirla debía superar un exámen en inglés y él no quiso presentarse. Pero por discrepancias económicas con su patrón, Larry acabó
dejándolo y marchó a otro rancho nada menos que en Eureka (Nevada) donde las
condiciones del pastoreo fueron diferentes debido a la crudeza de su
invierno. Fue aquí donde al intentar sacar una oveja que había caído en una acequia cuando se produjo
una lesión en la espalda. Allí comenzaron todos los problemas de salud para él pues
a pesar de varias operaciones, su hernia discal acabó limitando su capacidad.
Inició un complicado litigio contra su compañía aseguradora y su patrón que
implicó la celebración de hasta cinco juicios. Al final en 1966 cansado de
aquella situación y tras más de ochos años en ese país, Larry decidió regresar a España.
José Mendiara emulando a su personaje favorito, Larry. Sería tan rápido como él manejando los revólveres? Foto: Archivo Cartagra |
Pero aquél periodo que pasó en tierras americanas le dejó una huella
imborrable y su pensamiento lo recordaba de forma continuada. Fueron muchas las
rondas por los bares de Ansó en las que Larry
relató y repitió infinidad de anécdotas que sus paisanos escuchaban con
atención. Pero lo hacía como solamente él sabía hacerlo. Su particular
personalidad hacía posible que muchos días saliera de casa tocado con su
sombrero vaquero y con sus botas camperas, traídos de California. Esos buenos recuerdos pudieron siempre con su mala experiencia pues él era un hombre
optimista. En 2004 viajó hasta allá nuevamente para recordar esos viejos
tiempos aunque esta vez lo hizo acompañado. Allí, según me contó en su día,
mostró orgulloso a su sobrina alguno de los ranchos donde estuvo
trabajando. También le presentó a viejos amigos suyos como los hermanos Joaquín
y Francisco Mendiara o Ángel Gómez, todos ellos de Ansó.
Larry regresó plenamente satisfecho y cargado de energía de
aquél viaje aun a pesar de que él sabía muy bien que sería la última vez que
recorrería el Oeste americano. Por eso mismo quiso hacerlo mostrándole
personalmente a su sobrina lo que tantas veces le había contado de palabra en
las largas veladas del invierno ansotano. Pero lamentablemente, el destino
quiso este hombre nos dejara antes de hora. Lo hizo sobre la mesa de un
quirófano cuando intentaban paliarle las secuelas de aquella lesión que un mal
día se produjo trabajando de borreguero. Seguro que él hubiera querido un final
más movido y acorde al estilo de las novelas de vaqueros que leía de joven.
PD: Tuve la suerte de poder charlar con Larry unas cuantas veces. A veces a solas con él. Otras en compañía de algún otro borreguero de Ansó. Sirva este post como mi pequeño homenaje para un hombre que siempre se mostró dispuesto a mitigar mi curiosidad.