Vieja imágen de Larrés, posiblemente de antes de mediados del Siglo XX, época en la que sus calles debieron ser testigos de los acordes de Esparbeleta y de los numerosos estribillos cantados a su són |
A una de aquellas sesiones de baile, allá
por 1935, acudió casi por casualidad un
crío de 7 años llamado Antonio venido desde el vecino
pueblo de Larrés. Su madre Petra descendía de Casa Bertolo y había acudido hasta ese
pueblo para visitar a su hermano Mariano. El sonido del acordeón diatónico, aun
sin saberlo él, quedó grabado en la memoria de aquél crío durante muchos años. Cuando
este alcanzó los 18 años no dudó en
preguntar a una de sus primas de Gracionepe si aquél acordeón seguía en Casa Bertolo. El abuelo Gastón ya había muerto hacía unos años y Mariano también. Así
pues, aquél instrumento debió ser guardado en algún baúl donde quedó
olvidado
durante bastantes años. Tras el interés de Antonio lo buscaron por la falsa y allí apareció guardado en algún lugar de la
misma.
Antonio se lo llevó para Larrés
que era donde él vivía con su madre Petra, viuda y sorda. Una vez allí, llevado
por ese grato recuerdo del melódico sonido del acordeón empezó como dice él a trastearlo y poco a poco fue cogiéndole
el tranquillo. Su gran ilusión le permitió aprender a tocarlo de oído y en poco
tiempo se convirtieron los dos en protagonista de los escasos ratos de ocio que tenían los
mozos de Larrés. Tan pronto como estos se juntaban en el local del pueblo después
de largas jornadas de trabajo, aún les quedaban ganas para la diversión y la
juerga. Era entonces, una vez que se animaba el ambiente, cuando Antonio se iba a casa a buscar la Esparbeleta
y comenzaba la fiesta de verdad. No recuerda muy bien el
motivo, pero ese fue el nombre que le dió a su acordeón. En torno a la
misma se solían juntar Laure de Casa Jaime, Emilio de Casa Maestro, Esteban de Casa Gil, Victorino de Casa Jorge, todos ellos de la misma quinta, así como otros mozos más de Larrés.
Ronda de los músicos de Acumuer. Aunque no hay acordeón, seguro que la situación en poco debió diferir a lo que pudo suceder en Larrés |
Otro estribillo basado en una situación real estuvo motivado en el hecho de que el amo de la casa donde Antonio servía, cada vez que se enteraba que los ...criáus habían trasnocháu, al día siguiente los hacía levantar algo más temprano de lo habitual: "Esta tarde en el café, venga vino y venga tazas, y mañana de mañanas, cáguen la historia que trazas". No faltaron tampoco los estribillos de corte irónico: "Pueblecito de Larrés, es pueblo de mucha fama, un molino que no muele y un batán que no abatana, y pa acabala de amolar a fuente que no les mana". O este otro: "No cantes si vas por paja y te pesa el roscadero, que despiertas a Geromo y a Ricardo del Bastero". Otras coplas recogieron las dificultades del momento: "En Espuéndolas no ciernen y Borrés ya no masan, y en el pueblo de Larrés jodidamente lo pasan". El propio Antonio tampoco se libró de las letras con sorna discurridas por otros mozos del pueblo como la que le dedicó Laure de Casa Jaime de Larrés "A perra Tarazona está radiendo un hueso, a perra dale que dale, y o hueso tieso que tieso". Y para concluir con esta relación que mejor que echar mano de una pensada para la ocasión: "Con esta me despido, con esta cierro papeles, y con esta me despido de hombres niños y mujeres".
Tras unos cinco años con
Esparbeleta siendo protagonista de largas veladas en las que se entonaron estos u otros
estribillos y coplas, un buen día el acordeón desapareció. Antonio pensó que su
madre se la había dado a unos primos suyos quienes se la habrían llevado a Arto. Al menos eso es
lo que su madre Petra le dijo en su momento cuando preguntó por el paradero de la misma. Muchos
años después Antonio llegó a preguntar a uno de sus primos de Arto quien le
confirmó que él nunca supo del instrumento. Seguramente que Petra no vería con
buenos ojos aquellas juergas nocturnas habituales y decidió cortar de raso la situación
haciendo desaparecer a Esparbeleta.
Casi 65 años después, en
las Navidades de 2011, Antonio recibió un regalo de Reyes muy especial.
Se trató de un pequeño acordeón diatónico similar al que él tuvo, aunque
obviamente algo más evolucionado. Seguro que al tenerlo entre sus manos consiguió rememorar
muchas de aquellas noches en compañía de sus amigos de Larrés.
Por cierto, resulta que entre unas cosas y otras había olvidado mencionar que Antonio es mi padre y que Petra era mi abuela. Os había dicho en algún momento que era un esmemoriáu?...
Por cierto, resulta que entre unas cosas y otras había olvidado mencionar que Antonio es mi padre y que Petra era mi abuela. Os había dicho en algún momento que era un esmemoriáu?...
No hay comentarios:
Publicar un comentario